Con entusiasmo, los jóvenes católicos del Táchira, Venezuela, participaron en el encuentro con su obispo, gritando consignas, tales como “Anunciamos a Cristo en espíritu y verdad”. Monseñor Mario Moronta, obispo de la Diócesis de San Cristóbal les invitó a realizarlo con valentía y sin miedo, “conociendo, amando y siguiendo a Jesucristo”.
La actividad comenzó en la catedral de San Cristóbal, la noche antes con una vigilia de oración y este sábado con una peregrinación que les llevó hasta el Gimnasio Arminio Gutiérrez Castro. Participaron jóvenes de los diversos municipios del estado representando a sus parroquias e instituciones, y todos con la característica mutua del entusiasmo juvenil: cantando, bailando, y con gran devoción orando.
Monseñor Mario Moronta, respondiendo a las preguntan que con anticipación los jóvenes le habían realizado a través de las redes sociales, les ofreció un mensaje de evangelización. “Seamos jóvenes entusiastas conociendo, amando y siguiendo a Jesucristo”, dijo el obispo mientras dirigía su reflexión ante la presencia de Jesús Sacramento.
“Quien conoce a Cristo da un paso importante se enamora de Él, y con ello hace que los valores del bien se den a conocer con valentía y sin miedo. En el Táchira, en nuestras parroquias, en nuestras poblaciones, no tenemos miedo de ser ejemplo de vida cristiana”, expresó el obispo.
Y puntualizó: “No tenemos miedo de decirle no la violencia, a la droga, y a toda conducta que haga daño a la persona y a la sociedad. No tenemos miedo que se burlen de nosotros por hacer el bien, porque estamos enamorados de Cristo, lo conocemos, lo amamos, y le servimos a Él”.
La actividad fue amenizada musicalmente por el ministerio los “Cantores del Corazón”, el padre Pablo Edigson Pérez Molina, y una presentación especial de los jóvenes con dificultades cognitivas de la Orquesta Sinfónica del Táchira.
Al final del Encuentro de Jóvenes con el obispo, este anunció que el próximo año la actividad se realizará en la parroquia San Juan Eudes del Palmar de El Acope, cuya delegación de más de doscientos jóvenes participó en esta oportunidad, y recibió la Cruz de la Pastoral Juvenil para llevarla a su comunidad.
El diácono Carlos Sepúlveda, director de la Pastoral Juvenil, agradeció a todos los jóvenes su participación y les invitó a formar parte de la “Escuela de Líderes 2013”, que se efectuara del 08 al 11 de febrero, en la Casa de Retiros de la familia Fuente Real, en Otopum, estado Barinas. Los interesados podrán encontrar más información en la página del Facebook: Pjsancristóbal.
Ordenados diáconos cuatro jóvenes
Por otra parte, este domingo se efectuó la ordenación diaconal de cuatro jóvenes de la Diócesis de San Cristóbal. La ceremonia se efectuó en el marco de los 88 años del Seminario Diocesano Santo Tomás de Aquino. El acto litúrgico fue presidio por monseñor Mario Moronta quien exhortó a los diáconos a ser ministros fieles por la fuerza del amor.
“Las lecturas de este domingo salen a nuestro encuentro para iluminarnos, y así enfocar bien los ritos sagrados que vamos a realizar. En un primer momento, el recuerdo de la vocación de Jeremías nos recuerda que todo ministro ha sido elegido por Dios. Es una iniciativa clara y propia de Dios. Es Él quien llama. Cada uno de los elegidos puede responder positiva o negativamente. Pero, en todo caso el movimiento inicial de la llamada viene de Dios. Así lo deja ver muy bien el profeta: desde antes de formarte en el seno materno, te conozco; desde antes que nacieras, te consagré”, expresó monseñor Mario Moronta.
Los diáconos ordenados fueron Rubén Mendoza, Carlos Sepúlveda, Juan Álvarez, y Yerson Pedraza, quienes prestarán su servicio en diversas parroquias e instituciones eclesiales de la diócesis. Y en la misma ceremonia un grupo de seminaristas fueron instituidos lectores y acólitos. Esta ceremonia se efectuó en la iglesia Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote del seminario diocesano.
El obispo recordó a los diáconos que “se requiere una actitud personal del propio ministro para que sea como el hilo conductor de su ministerio, su vínculo de unión tanto con Dios como con su pueblo: el amor. Es el amor, el que todo lo puede, lo que le da un rostro decidido al ministro. En él, cual pastor que actúa a imagen de Jesús, ese amor reviste la dimensión de pastoral: es el amor que le impulsa a conocer las ovejas y a dar su vida por ellas, si fuera necesario”.
Insistiéndoles también durante la homilía que “si de verdad un ministro quiere ser fiel a su compromiso, ha de actuar con la fuerza del amor. Así lo sugiere Pablo: Aunque yo hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, no soy más que una campana que resuena o unos platillos que aturden. Si no se actúa con este amor, es fácil que el ministro se comporte como un funcionario o, peor aún, como un mercenario. Por el amor, precisamente, se acortan las distancias entre el ministro y su pueblo, se superan las dificultades y, ante todo, se abren las puertas para la comunión. San Pablo nos lo dice con sus palabras, muy oportunas y adecuadas: El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece, no es grosero ni egoísta, no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad”.
Finalmente el obispo dijo a los nuevos diáconos, y a un grupo de seminaristas que recibieron los ministerios de lectorado y acolitado: “Han sido elegidos por Dios para su servicio a favor de los miembros del pueblo de Dios. La juventud que les caracteriza nunca debe desaparecer. Sólo quien se mantiene joven en Cristo, podrá amar con todo su corazón. Es decir, podrá dedicar su existencia a amar con el amor de Dios. Han sido elegidos y serán marcados para sostener a la gente a quienes dedicarán sus trabajos pastorales. No tengan miedo, pues cuentan con la gracia de Dios”.