Santuarios Latinoamericanos: Señor de la Ascensión de Cachuy

Provincia peruana de Cañete recibirá a peregrinos

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Dios se vale de los lugares más humildes para manifestar su gloria y misericordia. Cachuy se ha convertido en lugar de expresión de la fe y de encuentro con Dios en su Monte santo. Es un pueblecito con apenas una decena de familias que viven establemente allí, pero que recibe cerca de 20 mil peregrinos con ocasión de la solemnidad de la Ascensión del Señor.

Algo especial ocurre. Allí está la efigie del Señor de la Ascensión. Este pequeño pueblo se ubica en el corazón de los andes, a más de tres mil metros sobre el nivel del mar. Pertenece a la provincia de Yauyos en el departamento de Lima (Perú).

La peregrinación inició hace cuatro siglos, pero la tradición se mantiene. Desde ese momento no se ha interrumpido. La geografía no ha detenido la fe de los peregrinos. Vienen fieles cristianos de todo el Perú y también desde el extranjero.

El peregrinaje se realiza de diversos modos: a pie, a lomo de bestia y en moto, ahora también hasta cierto punto. La inmensa mayoría elige el primero. El camino serpentea por toda la montaña alta y vertical. El clima es único; de día azota el sol y de noche el frío andino con vientos cortantes y presión atmosférica peculiar, “la fe mueve montañas”.

Por la montaña se abren filas interminables de devotos. Todos están en marcha con velas encendidas, lámparas, cayado y algunas provisiones de agua, pero siempre lo indispensable. Pues el camino es difícil. Lo superfluo no vale para nada, más bien impide la marcha. Lo único interesante es encontrar al Señor en su santuario.

El camino dura entre cuatro y dieciséis horas. Depende de la situación de cada peregrino. El descenso se hace en dos horas y un poco más.

¿Por qué elegir un lugar así? ¿Qué ocurre en ese lugar? La respuesta la encontramos en el himno al Señor “en las alturas agrestes de Cachuy, Dios quiso brillar con luz muy grande allí. A Martín Barrios, Jesús se apareció”. Esto canta la tradición secular de Cachuy. El camino ayuda para reflexionar y hacer examen de conciencia, para rezar, para fortalecer a otros con el ejemplo, para animar a los que ya no pueden más.

En labios de todos está la palabra gratitud. Acuden para agradecer los dones concedidos por Dios. Gracias especiales de Dios también las hay. La conversión es una constante del lugar. Se asciende con peso –con pecados–, y se desciende ligeros –con la gracia divina. Es llamativo ver el rostro de la gente que sube: cansados de la vida, desesperados, agobiados, lisiados, enfermos. Para el retorno la expresión es otra: alegría, paz, optimismo y ganas de cambiar.

EL lema que se procura dejar en los peregrinos si nada se lo impide es: peregrinación (penitencia), conversión (confesión) y Eucaristía (Comunión). Esta es la forma plena de realizar la peregrinación.

Esta piedad popular lleva al encuentro personal con Jesús que está en la Eucaristía. En efecto, la celebración de la Misa y demás sacramentos es constante, cada hora. Se reza el santo Rosario y se realiza la catequesis.

En el mundo hay muchos lugares de especial encuentro con Dios. El santuario del Señor de la Ascensión de Cachuy es uno de ellos. Un lugar en los Andes peruanos situado como si estuviera entre el cielo y la tierra.

Este año la peregrinación al Santuario de Cachuy comienza el domingo 5 de mayo hasta el viernes 10. Por el Año de la Fe, se recomienda vivir las condiciones para ganar indulgencia plenaria.

*Arnaldo Alvarado es presbítero de la Prelatura de Yauyos, Cañete y Huarochirí en el Perú

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Arnaldo Alvarado

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