Olivier Toledo era un joven peruano de diecinueve años, que desde los quince peregrinaba al santuario de la Virgen de la Candelaria de Chapi, ubicado en la localidad del mismo nombre en Arequipa, a mil kilómetros al sur de Lima. Sin embargo, su última peregrinación fue truncada por la desorientación, el frío y el hambre, que lo mataron de inanición y deshidratación.
El último sábado los medios peruanos anunciaban el hallazgo sin vida del joven peregrino a la altura del kilómetro 27 de la carretera Arequipa-Chapi, luego de diez días de intensa búsqueda por el desierto.
Su camino esta vez lo llevaría directo a la "Mamita de Chapi", donde podrá decirle eternamente cuánto la ama... La posición en que fue encontrado su cadáver, boca abajo y con los brazos extendidos hacia lo alto, atestiguan sin duda su última plegaria.
Una devoción seria
Quienes parten de Arequipa hacia el santuario de Chapi van en movilidad propia, en autobuses o a pie, y recorren los cerca de sesenta kilómetros entre alegrías y esperanzas, conteniendo la emoción ante el inminente encuentro con la patrona de Arequipa, que los espera y acoge a 2.420 metros sobre el nivel del mar.
Los que van a pie siguen Pampas Nuevas, Sogay, Cuesta de Hornillos, Alto Hornillos, la Pampa de Tumbambay, la Pampa del Tolar, Siete Toldos, Alto de la Escalerilla y la Escalerilla, desde donde ya se divisa el Santuario.
Las fechas de mayor afluencia de peregrinos son los días 30 de abril y 1 de mayo durante la fiesta principal, cuando se espera la llegada de 150 a 200 mil personas.
Fuera de la ruta
Esta vez, Olivier Toledo, que siempre iba como líder del grupo, se desorientó en la zona de Polobaya, cuando le faltaban aún 28 kilómetros para llegar. Según los otros dos jóvenes, el grupo no siguió el camino de las antenas como el resto de los peregrinos, ya que un chófer en la zona los orientó para otra dirección.
Según informa el diario "La República" de Lima que conversó con los sobrevivientes, tras caminar más de media hora, los peregrinos se quedaron dormidos y al despertar vieron a Olivier subir el cerro. "Por acá veo gente", fueron las últimas palabras que dijo, para seguir caminando velozmente. Los demás prefirieron subirse a un autobús y regresar.
En la reconstrucción de los hechos, se supo que Olivier caminó extraviado durante cinco días y por cerca de trece kilómetros en el desierto. Algo de agua y frutas silvestres aplacaron sus necesidades, pero su cuerpo no resistió las altas temperaturas que superaban los cuarenta grados, ni las frías noches con cinco grados bajo cero.
Hoy, Olivier descansa en la paz que no obtuvo al final de su vida, pero ha quedado en el recuerdo y afecto de los dos mil arequipeños que los acompañaron hasta su última morada en el cementerio Francisco Bolognesi en Cayma.
Tomar previsiones
Si bien la piedad popular no está exenta de sacrificios y mortificaciones, la ocasión ha servido para advertir sobre las prevenciones que se deben tener en cuenta durante una peregrinación.
Muchas de estas se realizan en grupos, donde se sigue a largas filas de devotos que cantan y rezan. Pero hay casos en que el creyente suma a su piedad la aventura de mayores retos, en un intento de dar lo mejor de sí.
Para cumplir con los actos de fe, conviene informarse sobre los equipos necesarios (una brújula o un gps satelital), la clase de alimentos, el agua o el tipo de vestido.
Queda claro que no basta unir el fervor con un devocionario para salir en peregrinación, sino que hay que complementarlo con previsiones y alta prudencia.