«Estoy unido espiritualmente a usted, a la comunidad de hermanos capuchinos y a cuantos se han reunido en la basílica de San Lorenzo extramuros para hacer memoria del violento bombardeo del 19 de julio de 1943», así comienza el mensaje que el papa Francisco ha enviado al cardenal Agostino Vallini, vicario general de la diócesis de Roma.
Con 70 años de distancia, recuerda el papa, «la conmemoración del evento particularmente dramático quiere ser ocasión de oración por todos los que desaparecieron y de renovada meditación entorno a la tremenda flagelación de la guerra, como también expresión de gratitud hacia el que fue padre atento y providente», refiriéndose a Pío XII. El cual, «en esos tiempos terribles, se hizo cercano a sus conciudadanos duramente golpeados». Señala del mismo modo, que el «papa Pacelli no dudó en correr, inmediatamente y sin escolta, entre las ruinas todavía humeantes del barrio de San Lorenzo, para ayudar y consolar a los que tenían miedo. Incluso en ese momento se mostró pastor que está en medio de su rebaño, especialmente en los momentos de prueba, dispuesto a compartir el sufrimiento de su pueblo».
El papa ha recordado a todos aquellos que «en un momento tan dramático, colaboraron al ofrecer ayuda moral y material, en la curación de las heridas del cuerpo y del alma y en el prestar asistencia a los sin techo». También ha hecho mención a monseñor Giovanni Battista Montini, el futuro Pablo VI, que acompañó a Pío XII en la visita al barrio devastado por las bombas.
Por eso, el santo padre destaca que el gesto de papa Pacelli es el signo de la obra incesante de la Santa Sede y de la Iglesia en sus diversas articulaciones, parroquias, institutos religiosos, e internados, para aliviar a la población.
Recordando las palabras del papa Pío XII : «Nada está perdido con la paz, todo se puede perder con la guerra», afirma el papa Francisco que «la paz es un don de Dios que debe encontrar también hoy corazones disponibles a acogerlo y a obrar para ser constructores de reconciliación y de paz».
Para finalizar su mensaje, el obispo de Roma ha confiado a todos los habitantes del barrio de San Lorenzo, especialmente los ancianos, enfermos, personas que están solas y en dificultad, a la materna intercesión de María Salus Populi Romani.