El santo padre ha celebrado la eucaristía esta mañana en la iglesia romana del Gesú en compañía de sus hermanos jesuitas, amigos y colaboradores para celebrar la fiesta de san Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.
Han concelebrado con el papa, monseñor Luis Ladaria, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el padre general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás, los miembros del Consejo y otros doscientos jesuitas.
Al finalizar la misa, el papa se ha dirigido para orar delante del altar de san Ignacio y san Francisco Javier, a la capilla de la Virgen de la Calle y a la tumba del padre Pedro Arrupe.
Después de un breve encuentro fraterno con el padre general y algunos hermanos, el papa ha regresado al Vaticano en torno a las 10.00.
Durante la homilía el santo padre ha propuesto tres sencillos pensamientos guiados por tres expresiones: "poner en el centro a Cristo y a la Iglesia; dejarse conquistar por Él para servir, sentir la vergüenza de nuestros límites y pecados, para ser humildes delante de Él y los hermanos".
Ha comenzado señalando que el lema de los jesuitas " Iesus Hominum Salvator" les debe recordar siempre que "la centralidad de Cristo para cada uno de nosotros y para toda la Compañía que san Ignacio quiso que se llamase “de Jesús” para indicar el punto de referencia". Esta invitación de poner Jesucristo en el centro "nos lleva a nosotros, los jesuitas y a toda la Compañía a ser 'descentrados', a tener siempre delante a 'Cristo siempre mayor'", ha señalado Francisco.
Del mismo modo ha subrayado que "a la centralidad de Cristo corresponde también la centralidad de la Iglesia: son dos fuegos que no pueden separarse: yo no puedo seguir a Cristo si no en la Iglesia y con la Iglesia". El santo padre les ha recordado que no puede haber caminos paralelos o aislados "Sí, caminos de búsqueda, caminos creativos, sí, es importante; ir hacia las periferias". Y ha recalcado en que "servir a Cristo es amar esta Iglesia concreta y servirla con generosidad y espíritu de obediencia".
Para vivir esta doble centralidad, el papa Francisco les ha invitado a mirar la experiencia de san Pablo y en la de san Ignacio: "para Pablo sucedió camino de Damasco, para Ignacio en su casa de Loyola, pero el punto fundamental es común: dejarse conquistar por Cristo". El pontífice ha usado el término "primerea" para expresar que es Jesús el que siempre está primero.
También ha dirigido un pensamiento a "nuestro hermano en Siria",(Paolo Dall Oglio, jesuita que ha sido secuestrado en Siria en la localidad de Rakka): decir al Señor querer hacer todo por su mayor servicio y alabanza, imitarlo en el aguantar también injurias, desprecio, pobreza (cfr EE, 98)"
En el tercer punto de su reflexión, el santo padre ha recordado que mirando a Cristo crucificado "sentimos esa sensación tan humana y tan noble que es la vergüenza de no estar a la altura". Por eso invita a "pedir la gracia de la vergüenza; vergüenza que viene del continuo coloquio de misericordia con Él; vergüenza que nos hace sonrojarnos delante de Jesucristo; vergüenza que nos pone en sintonía con el corazón de Cristo que se ha hecho pecado por mí". Esta reflexión - ha continuado el papa - tiene que llevar a la humildad, "a vivir esta gran virtud" y a recordar que "es siempre la gracia del Señor que obra en nosotros".
También ha reflexionado sobre "el ocaso del jesuita" y ha dado dos ejemplos: san Francisco Javier y el padre Arrupe. El santo padre ha invitado a "pedir la gracia que nuestro atardecer sea como el de ellos".
Finalmente, el obispo de Roma, ha pedido que la Virgen "nos ayude a dejarnos conquistar por Cristo para seguirlo y servirlo en cada situación".
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