Ofrecemos a nuestros lectores un nuevo artículo de la serie sobre la Iglesia en América Latina, tierras que son visitadas estos días por el santo padre. Conscientes del interés que viene suscitando el subcontinente del papa Francisco, ZENIT viene difundiendo el valioso estudio del Observatorio Pastoral del Celam (OPC), que nos acerca a la realidad pastoral, social y devocional de los pueblos latinoamericanos.
En esta oportunidad, conoceremos un poco más a la Iglesia de Puerto Rico, un país de El Caribe, con una extensión de 9.104 Km2, que acoge a cerca de 3.927.776 pobladores, de los cuales el 71% serían católicos.
Orígenes de la evangelización
Luego de haber sido hallado por Cristóbal Colón durante su viaje del 19 de noviembre de 1493, el 8 de agosto de 1511 Puerto Rico fue elegido como uno de los tres sitios donde se erigirían diócesis en el Nuevo Mundo. Serían las diócesis de Santo Domingo, Concepción de la Vega (ambos en La Española, ahora República Dominicana) y San Juan Bautista (Puerto Rico), creadas mediante la bula Romanus Pontifex –emitida el 8 de agosto de 1511 por el papa Julio II.
De la mano de la colonización y bajo el mando de Juan Ponce de León, en 1508 se introdujo la fe católica en la Isla. Ponce de León solicitó clero a la corona para que se hicieran cargo de los menesteres religiosos que comenzaron con la evangelización de los indígenas, precisó el historiador Pedro Reina.
Un Estado asociado
El OPC explica que el poder en la isla es ejercido por el gobernador, elegido de acuerdo con la constitución por voto popular, y por los representantes de los demás órganos del Estado, quienes a su vez están sujetos a las políticas estadounidenses, dicho poder es “ejercido bajo la premisa de la democracia donde la voluntad del pueblo es la fuente del poder y donde el orden político esta subordinado a los derechos humanos”
En cuanto a las coaliciones de la isla, cabe resaltar que una vez celebradas las primeras elecciones democráticas en el año de 1948 y establecido el carácter de Estado Libre Asociado en el año de 1952, el devenir político y democrático de la isla ha estado caracterizado la participación política de sus tres grandes y representativos partidos políticos el Partido Popular Democrático, que defiende el Estado Libre Asociado como opción
política; el Partido Nuevo Progresista, que promueve la integración plena como estado a los Estados Unidos; y el Partido Independentista Puertorriqueño, que promulga la independencia.
Relación Iglesia-Estado
De acuerdo con la constitución en su articulo 2 numeral 3, se hace explícita la libertad de culto en el pueblo puertorriqueño; a la luz de ello se puntualiza que no se aprobará ley alguna relativa al establecimiento de cualquier religión, ni se prohibirá el libre ejercicio del culto religioso, dejando claro a renglón seguido la separación de la Iglesia y el Estado.
Junto a esta ley magna, el preámbulo de la constitución expresa: “Nosotros, el pueblo de Puerto Rico, a fin de organizarnos políticamente sobre una base plenamente democrática, promover el bienestar general y asegurar para nosotros y nuestra posteridad el goce cabal de los derechos humanos, puesta nuestra confianza en Dios Todopoderoso…”. Por dicha razón, el OPC concluye que, «aunque se establezca una aparente separación, la Iglesia por su ser mismo está en correspondencia con los valores que dinamizan la espiritualidad de esta nación, y aunque no posea un reconocimiento estatal, es claro que por su labor goza de un privilegio entre el pueblo puertorriqueño».
Una comunidad que sirve
La Iglesia católica Puertorriqueña esta articulada por medio de la Provincia Eclesiástica de Puerto Rico, que a su vez esta compuesta por: la Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico, la Diócesis de Arecibo, la Diócesis de Ponce, la Diócesis de Mayagüez y la Diócesis de Fajardo-Humacao.
Desafíos y prioridades pastorales
Según lo que se puede leer en el OPC, la realidad del pueblo puertorriqueño está marcada principalmente por ser un «Estado Asociado» a los Estados Unidos de América, y esta realidad «permite percibir al interior del pueblo una falta de identidad y pertenencia, una tendencia a la dispersión y fragmentación, una marcada inseguridad ante el cambio, entre otras características que de una u otra forma han repercutido en el quehacer eclesial-pastoral del pueblo puertorriqueño».
Ante esto, continúa el documento, «la Iglesia teniendo como eje dinamizador de la pastoral los valores evangélicos, a través de los diversos planes pastorales de cada diócesis ha fijado como prioridad el acompañamiento al pueblo puertorriqueño a través de un camino de evangelización kerigmático, por medio del cual se sensibilicen valores tales como: la dignidad humana, la identidad, la comunidad, la fraternidad, teniendo como eje trasversal el redescubrimiento de la Palabra de Dios y la profundización en el valor de los sacramentos».
Para lograr tal fin se han fijado como objetivos principales: «privilegiar la evangelización integral, entendida como un hecho permanente y sistemático, esto es, como itinerario de fe, en un proceso orgánico, único y diferenciado, al mismo tiempo, así como la confrontación permanente de la vida con el evangelio, que se enmarca principalmente en una pedagogía de conversión permanente que incide en todos los aspectos de la persona y de su realidad eclesial y social».
Otras prioridades son «dirigir y convocar siempre a todos como comunidad humana y comunidad–Iglesia, una y diferenciada, en forma global, sistemática y progresiva, y dar oportunidad a todos los bautizados, teniendo presente que todos los bautizados y personas de buena voluntad, cada uno según sus dones, carismas y ministerios, son el sujeto de la evangelización».
Iglesia en sociedad
Se lee en el OPC que a nivel de promoción humana, «cada una de las diócesis ha emprendido proyectos de acompañamiento socio-pastoral enfatizados principalmente a las zonas con mayor índice de pobreza y marginación». Junto a estos proyectos se une el trabajo pastoral de Caritas- Puerto Rico «quienes en su tarea de caridad activa, en la asistencia, la promoción humana y el desarrollo integral de los más desfavorecidos, en el contexto general de la pastoral, han adelantado proyectos y programas de inmigración, reubicación familiar, ayuda al envejecimiento, centros de servicios integrales al deambulante, entre otros programas de acción social que buscan promover y alcanzar la plenitud de la persona humana».
En cuanto a la acción evangelizadora, el OPC resalta los diferentes campos de acción pastoral que se extienden en cada diócesis, tales como: la catequesis, el acompañamiento a los niños, jóvenes, adultos y enfermos, entre otros.
Para complementar este trabajo socio-pastoral, la Provincia Eclesiástica de Puerto Rico y otras diócesis cuentan con una oficina de prensa, que se encarga de difundir las principales noticias eclesiales de interés para el pueblo puertorriqueño. Junto a eestas existen otros medios de comunicación ocupados en tal fin, como son «El Visitante» de Puerto Rico, el boletín «Signo» de la diócesis de Caguas, las radios Católica Radio y Radio Oro. A esto hay que sumar Teleoro-Canal 13 y el canal 44 de la Pontificia Universidad de Puerto Rico.
Devoción mariana
La «Gruta de la Bienaventurada Virgen de Lourdes» es un santuario que recibe el fervor del pueblo puertottiqueño. Fue una propiedad privada de la familia de Ángel Rivero Méndez y Manuela Boneta y Babel, que se terminó de construir en el año 1925, dejando la «Ermita Nuestra Señora de Lourdes», «La Gruta» y las 14 estaciones del Vía Crucis, obra del escultor italiano Enrico Arrighini, con mármol de Pietrasanta de Italia.
En 1959, el obispo de San Juan, Jaime
P. Davis, la encarga a los frailes capuchinosquienes en la década del setenta la devuelven a la arquidiócesis, la cual erige la nueva parroquia en agosto de 1975 con el nombre de «Nuestra Señora Madre de la Divina Gracia», nombre que fue reemplazado en 1979 por el de «Bienaventurada Virgen María de Lourdes» como permanece hasta ahora.
Edificada la Iglesia sobre una elevada colina, su estilo es netamente español; ideada por el arquitecto señor Roldán, y construida por el maestro aparejador Romualdo García. Su techo es de tejas de barro, antiguas, y la puerta lleva treinta clavos de bronce de las antiguas poternas de San Juan. La pared del fondo tiene una gran estrella de cristales de colores, emplomados, obra preciosa debida al artista J. F. Cabrera; la cruz es de terrazo y lo mismo la pila bautismal; el confesionario, verja, y otros muebles proceden del taller del señor Pedro León, y del Presidio los bancos.
El altar tallado, lo hizo el maestro Francisco Aguilar. Frente a la Ermita se ha construido un amplio y bello jardín, con macizos de flores y fuentes, hasta donde llegan los fieles y peregrinos de todo Puerto Rico.