Francisco encuentra a Napolitano: hablan de crisis económica, desempleo y familia

El presidente de Italia lo recibe en el Quirinale. La familia da a la sociedad sus energías, pero debe ser tutelada

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El santo padre ha salido esta mañana del Vaticano, en el Ford Focus que utiliza habitualmente hacia el Palacio del Quirinale, en visita oficial al presidente de la República Italiana, Giorgio Napolitano.

Con total sobriedad, sin necesidad de sirenas de policía ni cortes de tráfico, Francisco ha llegado al Quirinale, residencia oficial del presidente y uno de los símbolo del Estado Italiano. A las 10.56 ha sido recibido por Napolitano en el Patio de Honor y se han saludado con un apretón de manos. A continuación, han conversado unos minutos mientras se dirigían al Estudio del presidente para poder tener el encuentro privado. En este lapso de tiempo se han reunido también la delegación vaticana y la italiana.

Al finalizar, ha tenido lugar el intercambio de regalos, en el que el santo padre ha entregado a Giorgio Napolitiano dos medallas de bronce hechas por el maestro Guido Veroi, una de San Martino y otra llamada «Solidaridad y paz», en la que se puede ver a un ángel que abraza y acerca los dos hemisferios del globo terrestre, venciendo la oposición de un dragón. El presidente ha entregado a Francisco una lámina de Piranesi que reproduce la plaza del Quirinale. A continuación, el papa ha visitado la capilla de la Anunciación.

En el Salón de las Fiestas ambos han hecho sus discursos. El santo padre ha dado las gracias por la bienvenida con la que ha sido acogido y ha confirmado el excelente estado de las relaciones recíprocas entre Italia y Santa Sede, que son un signo de amistad. Asimismo, ha destacado que «en estos primeros ocho meses de mi servicio petrino he podido experimentar por su parte, señor presidente, muchos gestos de atención».

El papa ha querido idealmente «llamar a la puerta de cada habitante de este país, donde se encuentran las raíces de mi familia terrena, y ofrecer a todos la palabra sanadora y siempre nueva del Evangelio».

Francisco ha hablado también sobre el momento actual que está «marcado por la crisis económica que cuesta ser superada y que, entre los efectos más dolorosos, está el de una insuficiente disponibilidad de trabajo».

Por ello, el pontífice ha recordado que «la tarea primaria que concierne a la Iglesia, es la de testimoniar la misericordia de Dios y de animar respuestas generosas de solidaridad para abrir a un futuro de esperanza; porque allí donde crece la esperanza se multiplican también las energías y el compromiso para la construcción de un orden social y civil más humana y más justo, y emergen nuevas potencialidades para un desarrollo sostenible y sano». Francisco ha recordado además, que en sus primeras visitas pastorales en Italia – Lampedusa, Cagliari y Asís – ha tenido ocasión de tocar con sus manos las heridas que afectan hoy a tanta gente.

Un último aspecto que el papa ha tratado en su discurso es la importancia de la familia, que está «al centro de las esperanzas y de las dificultades sociales». Y es por ello, que la Iglesia «continúa promoviendo el compromiso con todos, individuales e instituciones, para el apoyo de la familia, que es el lugar primario en el que se forma y crece el ser humano, en el que se aprenden los valores y los ejemplos se hacen creíbles. La familia necesita de la estabilidad y reconocimiento de las uniones recíprocas, para desplegar plenamente su función insustituible y realizar su misión. Mientras pone a disposición de la sociedad sus energías, pide ser apreciada, valorada y tutelada».

Para concluir su intervención, el santo padre ha expresado su deseo, apoyado en la oración, que Italia «sepa nuevamente encontrar la creatividad y la concordia necesaria a su armonioso desarrollo, a promover el bien común y la dignidad de cada persona, y a ofrecer en el conjunto internacional su contribución por la paz y la justicia».

Para cerrar el encuentro, en un acto lleno de protocolos, el papa Francisco ha tenido ocasión de moverse cómodamente entre la gente y saludar a los niños de los empleados del Quirinale.

A los trabajadores de este lugar, les ha pedido que vivan siempre en armonía en cada ámbito de la vida cotidiana, les ha reconocido su trabajo, «que muchas veces no se ve»; así como les ha invitado a vivir en espíritu de compresión y acogida hacia los otros y les ha exhortado a no perder el ánimo en las dificultades.  Y a los niños, les ha dicho con una gran sonrisa «¡sois muy importantes!»

El santo padre ha ido acompañado de su séquito, formado por monseñor Angelo Becciu, sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaria de Estado; monseñor Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados; el cardenal Giusepp Bertello, presidente del Gobernatorado del Estado de la Ciudad del Vaticano; el cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana; el cardenal Agostino Vallini, vicario general de su santidad para la diócesis de Roma; monseñor Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia; monseñor Adriano Bernardini, nuncio apostólico en Italia; monseñor Carlo Alberto Capella, secretario de nunciatura.

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