"Este año nos ha mostrado que ha habido una gran respuesta positiva, entusiasta y cargada de significado que se ha dado en este momento". Con estas palabras, monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización, comenta en una entrevista a Radio Vaticana su valoración sobre el Año de la fe que a penas acabamos de clausurar. Asimismo ha subrayado que aún si existe una crisis de fe, este año "nos ha hecho también comprender y nos ha hecho visible que junto a esta hay igualmente mucho entusiasmo, mucho deseo de retomar el camino que el Señor nos ha confiado".

Monseñor Fisichella habla también sobre la particularidad de este año, comenzado por Benedicto XVI y clausurado por el papa Francisco. "Creo que el camino entre el papa Francisco, que lo ha marcado con su testimonio, y el papa Benedicto que lo ha deseado, en este Año de la fe sea precisamente esto: la dimensión, es decir, de una valentía que no puede faltar en la fe".

Sobre el hecho de que el papa Francisco está pidiendo una Iglesia con las puertas abierta, el presidente del dicasterio para la Nueva Evangelización, comenta que "el papa no solo nos dice que debemos atravesar esa puerta, sino que nos dice que debemos también activamente, concretamente, ir al encuentro de los otros. El papa Francisco nos llama a la cultura del encuentro: yo creo que esto es muy importante".

Por otro lado, hablando más en concreto de lo vivido en este Año de la fe, monseñor Fisichella afirma que "me quedan realmente muchas imágenes que me han conmovido" y especifica: "la imagen que personalmente llevo en el corazón es la de que durante una hora, el día del Corpus Domini, en todos los continentes, en todos los lugares Cristo ha sido realmente el corazón del mundo, cuando se sincronizó sobre la hora de Roma, de las 17.00 a las 18.00, con la adoración eucarística".

Al respecto, el prelado explica que "la Eucaristía, para nosotros cristianos, es el fundamento de la fe, es el corazón de la evangelización, es - por así decir - la provocación primera y última, porque surge de allí y vuelve de nuevo allí para anunciar que hemos encontrado a Jesucristo: allí lo tenemos delante, allí la fe significaba tener fijos nuestros ojos sobre Su Rostro, aunque si escondido en la especie eucarística; allí nosotros hemos descubierto que en cualquier parte del mundo, podemos estar distantes en el tiempo y en el espacio, pero ha habido un momento en el que estábamos unidos. Porque Cristo nos tenía unidos, porque la contemplación, la adoración de su Rostro nos tenía unidos".