Sus padres denunciaron que la muerte del pequeño habría sido una especie de mensaje para su familia y para la comunidad cristiana.
Anmol, desapareció después de asistir a la escuela dominical en una iglesia cristiana el 17 de noviembre en el norte de la India. Su cuerpo fue encontrado al día siguiente. Los padres de Anmol lo vieron por última vez cuando salió de su casa para la escuela dominical. Cuando no regresó, hicieron la denuncia ante las autoridades locales. Finalmente, el día siguiente identificaron el cuerpo de su hijo en el hospital.
Anugrag Gemethi fue torturado y asesinado en la localidad de Gamidi, que se encuentra en el distrito de Dungerpur, en el estado de Rajasthan. El cuerpo del pequeño fue encontrado en un lago el pasado 18 de noviembre, después de una jornada de búsqueda intensiva. Su rostro estaba mutilado, sin ojos, nariz ni orejas. Era irreconocible. Además presentaba marcas de quemaduras a la altura del abdomen, le habían cortado los dedos de los pies y tenía cortes profundos en una mano y en un brazo. Según el informe de la autopsia, el menor murió ahogado. Cinco testigos del hospital indicaron evidentes signos de tortura, que fueron ignorados por el médico.
Más de 200 personas asistieron al sepelio y al funeral. «El lamento de la gente y los padres fue desgarrador», dijo un oficial.
«Realmente fue un incidente doloroso e intolerable. Los secuestradores habían torturado al niño de una manera tan inhumana. Estaba muy claro que fue asesinado brutalmente».
El padre del chico, Harish Gemethi, explicó a la policía que “desde hace años algunos extremistas hindúes locales amenazan con matarme y han dañado a mi familia muchísimas veces”. El hombre dio los nombres de los agresores y pidió a las autoridades que abrieran una investigación en su contra, pero todas sus sugerencias fueron ignoradas hasta el momento.
En la aldea vive una comunidad cristiana de 45 creyentes, que nació en 2003. En septiembre de este año, un grupo de extremistas hindúes interrumpieron un encuentro de oración de los fieles y amenazaron de muerte a los presentes.
«La tortura sin precedentes y la muerte de este niño inocente entristecen nuestros corazones aunque parezca increíble», dijo el fundador y director internacional de “Evangelio para Asia”, K.P. Yohannan. «La persecución a los cristianos es un acontecimiento semanal, pero esta intensidad de brutalidad contra un niño es impensable. A pesar de todo en esta horrible tragedia, nos encontramos con la fuerza y la esperanza en Jesús», expresó. Según Yohannan, la persecución a los cristianos se incrementó en más del 400 por ciento en los últimos años.
Por su parte, en una nota enviada a la agencia Fides por el “Catholic Secular Forum”, una de las asociaciones que promueven una campaña a favor de que se haga justicia, se lee: “Es verdaderamente horrible que los fundamentalistas hindúes no hayan perdonado la vida de un niño de siete años. Lo que es peor es que la policía no sea capaz de identificar a los asesinos y entregarlos a la justicia”.
La campaña, que se llama “Justicia para el mártir Anmol”, pretende sensibilizar a los líderes de la Iglesia y de las instituciones políticas y judiciales. Se exige un castigo severo para los asesinos, en nombre de la legalidad; que se acabe la persecución de los cristianos de la India y una indemnización para la familia del niño.
El pastor protestante P.S. José, secretario diocesano de la “Iglesia de los creyentes” de Rajasthan, en una carta a las instituciones denunció “el grave retraso de la policía en las averiguaciones”, subrayó “graves brutalidades en contra de los cristianos” y pidió “justicia para una familia en luto”.
El episodio solo es el último de una larga serie de ataques contra las minorías. Según los datos que ha recopilado el Global Council of Indian Christians (GCIC), solo en 2011 la minoría cristiana sufrió 170 ataques de entidad más o menos grave. Se trata de ataques de diferentes tipos perpetrados por parte de grupos que pertenecen al movimiento nacionalista hindú del Sangh Parivar.
Además de las constantes vejaciones se añade la ausencia de justicia para las víctimas de los pogromos de 2008: una sola condena por homicidio cada 20 casos registrados. Mientras tanto, en septiembre de 2011 el Parlamento detuvo por la enésima vez la aprobación de la Communal Violence Bill, la ley sobre la violencia interreligiosa.