El papa Francisco ha enviado una misiva a los participantes del “13 Congreso Nacional de las Comunidades Eclesiásticas de Base” que se inició ayer en la ciudad de Juazeiro y durará hasta el próximo sábado. El tema en un país en el que el aborto ha ganado espacios en la sociedad y en la legislación es “Justicia y profecía al servicio de la vida”.
A continuación proponemos el texto de la carta enviada y dada a conocer por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Queridos hermanos y hermanas,
Es con gran alegría que les dirijo este mensaje a todos los participantes en la 13º Congreso Nacional de las Comunidades Eclesiales de Base, que tiene lugar entre el 7 y el 11 de enero de 2014, en la ciudad de Juazeiro do Norte, Ceará, bajo el lema «Profecía y la Justicia en el Servicio de la Vida».
En primer lugar quiero asegurarles mis oraciones para que esta reunión sea bendecida por nuestro Padre Celestial con las luces del Espíritu Santo que les ayuda a vivir con renovado entusiasmo los compromisos del Evangelio de Jesús dentro de la sociedad brasileña.
De hecho, el lema de esta reunión: «CEBs, trabajadores del Reino en el campo y la ciudad” debe sonar como una llamada para que estas asuman cada vez más su importante papel en la misión evangelizadora de la Iglesia.
Como recuerda el Documento de Aparecida, las CEBs son una herramienta que permite a la gente «obtener un mayor conocimiento de la Palabra de Dios, a un compromiso social en nombre del Evangelio, el nacimiento de nuevos servicios laicales y la educación de la fe de los adultos».
Y recientemente, dirigiéndome a toda la Iglesia , escribía que las Comunidades de Base «traen un nuevo impulso evangelizado y una capacidad de diálogo con el mundo que renueva la Iglesia», pero para ello es necesario que ellas «no pierdan el contacto con esta muy rica realidad de la parroquia local y que se integren de buen grado en la pastoral orgánica de la Iglesia particular» ( Exhortación Apostólica. Evangelii Gaudium, 29).
Queridos amigos, la evangelización es deber de toda la iglesia y de todo el pueblo de Dios: todos debemos ser peregrinos, en el campo y en la ciudad, llevando la alegría del Evangelio a cada hombre y a cada mujer.
Deseo desde el fondo de mi corazón que las palabras de san Pablo: «¡Ay de mí si no predicara el Evangelio» puedan resonar en el corazón de cada uno de ustedes! Por lo tanto confío el trabajo y a los participantes de la 13ª Encuentro Nacional de las Comunidades Eclesailes de Base a la protección de Nuestra Señora de Aparecida. Y los invito a todos a vivirlo como un encuentro de fe y misión, de discípulos misioneros que caminan con Jesús, anunciando y dando testimonio con los pobres de la profecía de los «cielos nuevos y tierra nueva», al concederles mi bendición apostólica.