El cardenal Robert Sarah, presidente del Pontificio Consejo ‘Cor Unum’, visitará, por encargo del Santo Padre, las zonas afectadas por el tifón, Haiyan, que golpeó con fuerza Filipinas el pasado 8 de noviembre. El purpurado acudirá «para llevar el signo del consuelo y cercanía espiritual a la población, que ahora se enfrenta al momento de la reconstrucción de cuanto ha sido devastado por las calamidades naturales, además de promover la red de las ayudas de quién está trabajando en el lugar», anuncia un comunicado de la Sala de Prensa del Vaticano.
La misión del cardenal tendrá lugar del 26 al 31 de enero, y se desarrollará a través de tres momentos de particular importancia: el encuentro con los obispos filipinos, reunidos en estos días en Conferencia Episcopal; el encuentro con el presidente de la República de Filipinas, Beningno Aquino III; y la visita a la localidad de Tacloban, que es la más afectada por el tifón.
En el contexto de esta visita, el cardenal Sarah presentará, en nombre del Santo Padre, el compromiso de realizar, a través de «Cor Unum», un proyecto para la construcción ex-novo de un orfanato y una residencia de ancianos. El edificio comprenderá, entre otras cosas, un pequeño convento para religiosas, una capilla y un dispensario.
Golpenando las islas Visayas (Filipinas central), el tifón Haiyan provocó – según los informes difundidos por Caritas Filippine/Nassa en estas semanas – más de 5.500 muertos, más de 26.000 heridos y casi 2.000 desaparecidos. Los desplazados serían cerca de 3’8 millones, pertenecientes a más de 851.000 familias. En total, se trata de casi 12 millones de personas que han sufrido daños o pérdidas de distinto tipo, dispersas en 574 entre municipios y ciudades, y se teme ahora por el problema de las epidemias.
A penas se conoció la noticia de la llegada del tifón, el Santo Padre decidió enviar, a través de «Cor Unum», una primera contribución de emergencia de 150 mil dólares para el socorro a las poblaciones, el apoyo de las obras de asistencia realizadas en favor de los desplazados y las víctimas de las inundaciones, que se han sumado a los fondos asignados por toda la Iglesia en su conjunto, las iglesias locales, las parroquias en todo el mundo, la red de Cáritas y las otras agencias nacionales y diocesanas comprometidas en el trabajo con la caridad.