Francisco: para elegir a sus discí­pulos, Jesús se dirige a los humildes

Texto completo del Papa en el Ángelus. Reza por Ucrania y por Cocò, un niño de tres años asesinado y pide la conversión de los culpables. Dos niños de Acción Católica, junto al Papa, lanzan dos palomas sí­mbolo de la paz

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El Santo Padre ha recitado esta mañana, como cada domingo, la oración del Ángelus desde la ventana del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano, acompañado por una gran multitud de fieles y peregrinos que han acudido a la plaza de San Pedro. Hoy han estado presentes los jóvenes de Acción Católica de la diócesis de Roma que concluyen con la «Caravana de la Paz» del mes de enero, un mes que tradicionalmente dedican al tema de la paz.

Al finalizar la oración, un niño y una niña pertenecientes a dos parroquias romanas, desde el apartamento pontificio, han  leído un mensaje en nombre de ACR de Roma y han liberado desde la ventana a dos palomas.

Estas son las palabras del Papa antes de la oración mariana:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

el Evangelio de este domingo cuenta los inicios de la vida pública de Jesús en las ciudades y en los pueblos de Galilea. Su misión no sale de Jerusalén, es decir del centro religioso, social y político, sino de una zona periférica, despreciada por los judíos más observadores, con motivo de la presencia en esa región de diferentes poblaciones extranjeras; por esto el profeta Isaías indica como «Galilea de las gentes».

Es una tierra de frontera, un zona de tránsito donde se encuentran personas de diferentes razas, culturas y religiones. Galilea se convierte así en un lugar simbólico de apertura del Evangelio a todos los pueblos. Desde este punto de vista, Galilea se asemeja al mundo de hoy: coexistencia de diversas culturas, necesidad de comparación y necesidad de encuentro. También nosotros estamos inmersos cada día en una «Galilea de las gentes», y en este tipo de contexto podemos asustarnos y ceder a la tentación de construir recintos para estar más seguros, más protegidos. Pero Jesús nos enseña que la Buena Noticia que Él trae no está reservada a una parte de la humanidad, es para comunicar a todos. Es un feliz anuncio destinado a cuantos lo esperan, pero también a cuantos quizá no esperan nada más y no tienen ni siquiera la fuerza para buscar y preguntar.

Partiendo de Galilea, Jesús nos enseña que ninguno está excluido de la salvación de Dios, es más, que Dios prefiere partir de la periferia, de los últimos, para alcanzar a todos. Nos enseña un método, su método, que expresa el contenido, es decir la misericordia del Padre. «Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar esta llamada. ¿Y cuál es la llamada? Salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio».  (Esort. ap. Evangelii gaudium, 20).

Jesús comienza su misión no solo desde un lugar descentrado, si no también con hombres que se les diría de «bajo perfil». Para elegir a sus primeros discípulos y futuros apóstoles, no se dirige a las escuelas de los escribas o de los doctores de la Ley, sino a las personas humildes y a las personas sencillas, que se preparan con empeño a la llegada del Reino de Dios. Jesús va a llamarles allí donde trabajan, sobre la orilla del lago: son pescadores. Les llama, y ellos le siguen, enseguida. Dejan las redes y van con Él: su vida se convertirá en una aventura extraordinaria y fascinante.

Queridos amigos y amigas, ¡el Señor llama también hoy! El Señor pasa por los caminos de nuestra vida cotidiana; también hoy, en este momento, aquí, el Señor, pasa por la plaza. Nos llama a ir con Él, a trabajar con Él por el Reino de Dios, en las “Galileas” de nuestros tiempos. Cada uno de vosotros que piense: el Señor pasa hoy, el Señor me mira, ¡me está mirando! ¿Qué me dice el Señor? Y si alguno de vosotros oye que el Señor le dice: “sígueme”, sea valiente, vaya con Él; Él no decepciona jamás. Escuchad en visestro corazón si el Señor os llama a seguirlo. ¡Dejemos alcanzarnos por su mirada, por su voz, y sigámoslo! “Para que la alegría del Evangelio llegue hasta a los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz”.

Tras la oración del Ángelus, el Santo Padre ha dicho:

Ahora, veis que no estoy solo, estoy en compañía de dos de vosotros que han subido aquí. ¡Son buenos estos dos!

Se celebra hoy la Jornada Mundial de los enfermos de lepra. Esta enfermedad, aún estando en receso, lamentablemente afecta todavía a muchas personas en condiciones de grave miseria. Es importante mantener viva la solidaridad con estos hermanos y hermanas. A ellos aseguramos nuestra oración, y rezamos también por todos aquellos que les asisten y, en diferentes formas, se comprometen a derrotar esta enfermedad.

Estoy cerca con la oración a Ucrania, en particular a cuantos han perdido la vida en estos días y a sus familias. Deseo que se desarrolle un diálogo constructivo entre las instituciones y la sociedad civil y, evitando todo recurso y acción violenta, prevalezcan en el corazón de cada uno ¡el espíritu de la paz y la búsqueda del bien común!

Hoy hay muchos niños en la plaza, muchos. Pero también quiesiera, con ellos, dirigir un pensamiento a Cocò Campolongo que a los tres años ha sido quemado en el coche en Cassano allo Jonio. Esta furia sobre un niño tan pequeño parece no tener precedentes en la historia de la criminalidad. Rezamos con Cocò que seguro está con Jesús en el cielo. Por las personas que han hecho este crimen para que se arrepientan y se conviertan al Señor.

En los próximos días, millones de personas, que viven en Extremo Oriente y repartidos en varias partes del mundo, entre los cuales chinos, coreanos y vietnamitas, celebran el fin de año lunar. A todos ellos les deseo una existencia llena de alegría y de esperanza. El anhelo que no se puede suprimir a la fraternidad, que alberga en su corazón, encuentre en la intimidad de la familia el lugar privilegiado donde pueda ser descubierto, educado y realizado. Será esta una preciosa contribución a la construcción de un mundo más humano, en el que reina la paz.

Ayer, en Nápoles, se ha proclamado beata María Cristina de Savoya, que vivió en la primera mitad del siglo XIX, reina de las dos Sicilias. Mujer de profunda espiritualidad y de gran humildad, supo hacerse cargo de los sufrimientos de su pueblo, convirtiéndose en verdadera madre de los pobres. Su extraordinario ejemplo de caridad testimonia que la vida buena del Evangelio es posible en cualquier ambiente y condición social.

Saludo con afecto a todos vosotros, queridos peregrinos venidos de diferente parroquias de Italia y de otros países, como también a las asociaciones, grupos escolares y otros. En particular, saludo a los estudiantes de Cuenca (España) y las chicas de Panamá. Saludo a los fieles de Caltanissetta, Priolo Gargallo, San Severino Marche y San Giuliano Milanese, y los ex alumnos de la escuela de Minoprio. Quisiera también expresar mi cercanía a la población que ha sufrido inundadaciones en Emilia.

¡Me diirijo ahora a los chicos y chicas de Acción Católica de la Diócesis de Roma! Queridos jóvenes, también esto año, acompañados del cardenal vicario, habéis venido numerosos al finalizar vuestra «Caravana de la Paz». ¡Os doy las gracias! ¡Os doy muchas gracias! Escuchamos ahora el mensaje que vuestro amigos aquí junto a mí, no leerán».

Al finalizar la lectura, los dos niños junto al Papa han lanzado las dos palomas como símbolo de la paz.

Para concluir, el Santo Padre ha deseado a todos un buen domingo y buena comida.

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ZENIT Staff

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