Un teléfono que suena, y al otro lado responde: «Hola, soy el Papa Francisco, te llamo porque he leído tu carta». Desde el inicio del pontificado se han publicado multitud de noticias en medios de comunicación de todo el mundo contando estas historias del Papa que llama a una persona para darle consuelo, animarle en su dificultad o decirle que reza por él.
Y es que son miles las cartas, paquetes, dibujos y objetos varios que llegan cada semana al Vaticano con un único destinatario: Su Santidad el Papa Francisco. Cartas que llegan de todo el mundo y que son gestionadas por la Oficina de Correspondencia del Papa, ubicada en el Palacio Apostólico.
Monseñor Giuluano Gallorini es el responsable de esta oficina y ha concedido una entrevista al semanal de información «Vatican Magazine» producido por el Centro Televisivo Vaticano y que hoy publica una parte Radio Vaticana.
La historia de una vida que llega en una encrucijada y le piden consejo sobre cómo proseguir. La confidencia de un drama personal, que está matando la última esperanza y que busca en su sabiduría un apoyo para no dejar ir todo. O una poesía, para decirle en rima asonante o consonante que le quiere mucho como y quizá más que a un padre. O quizá una bufanda, hecha a mano y enviada directamente a su casa, esa dirección que hoy todos conocen: Casa Santa Marta, Ciudad del Vaticano. Unas treinta bolsas a la semana – sobres y paquetes de todas formas y dimensiones – todos dirigidos hacia el pasillo que se ubica en la Terza Loggia del Palacio Apostólico, donde están las salas de la Oficina de Correspondencia del Papa.
Monseñor Gallorini cuenta en la entrevista que «las peticiones son sobre todo de consuelo y de oración. Muchísimas tienen que ver – será también por el momento en el que vivimos – con las dificultades, sobre todo las enfermedades… Piden oración por los niños, describen también situaciones de dificultad económica. Tratamos de hacer sentir la cercanía del Papa que acoge sus sufrimientos, su desconsuelo, que está cerca de ellos en la oración. Después, para lo que es posible, ayudamos a dirigir las peticiones a las oficinas específicas, por ejemplo las peticiones de ayuda económica son transmitidas a las Cáritas diocesanas para que pueden ser verificadas, y sean operativas de inmediato».
Un pequeño grupo de trabajo – Monseñor Gallorini, sor Anna y otras dos señoras – se encarga de gestionar este gran número de correspondencia que se dirige al Santo Padre. La primera parte del trabajo es seleccionar por idioma. Después las cartas son abiertas y leídas. El papa Francisco él solo no podría leerlas todas. Por eso es trabajo de esta oficina diferenciar las peticiones que solamente quieren saludar al Papa de las que buscan el consuelo de Francisco, su apoyo espiritual.
«Son los casos un poco más delicados como los casos de conciencia. En este caso, se hace una anotación y se pasa a los secretarios para que el Papa tome visión directamente: ciertamente las lee, pone las iniciales y nos señala cómo debemos responder», explicar monseñor Gallorini.
Del mismo modo, explica que esta labor la tienen que hacer con una sintonía particular con el estilo del Papa: «Leer estas cartas más que con la mente con el corazón, compartir el sufrimiento y buscar encontrar esas palabras aptas para expresar lo que el Papa quiere realmente que se exprese: la cercanía, el compartir… Es realmente en el estilo del compartir. Por otra parte, el Papa siempre ha dicho que el pastor tiene que vivir con el rebaño, con las ovejas. Escuchar y vivir la experiencia con ellos».