El papa Francisco acudirá al Estadio Olímpico de Roma para participar en la XXXVII Asamblea Nacional de la Renovación Carismática Católica de Italia que se celebra el 1 y 2 de junio. El tema elegido para dicho encuentro es «¡Convertíos! ¡Creed! ¡Recibid el Espíritu Santo!» (Hch 2, 38-40).
«Gran gratitud invade al pueblo de la Renovación Carismática por esta extraordinaria noticia hecha oficial por la Secretaria de Estado Vaticano al Presidente de la RCC», se puede leer en el comunicado de prensa publicado hoy por el movimiento. Un encuentro que tradicionalmente se celebraba en Rímini, pero debido a la presencia del Papa, este año tendrá lugar en la capital italiana.
Asimismo, explican que ya hay una gran movilización también por parte de párrocos y fieles laicos que aún no perteneciendo a la Renovación, «agradecidos por la oportunidad desean unirse a este gran evento de oración y de evangelización organizado por la Renovación en respuesta al deseo de papa Francisco de poner la Iglesia en ‘salida’ misionera para testimoniar la alegría del Evangelio». La presencia del papa Francisco a un encuentro del movimiento será un hecho histórico – prosigue la nota – e inédito en la historia de la Renovación.
Con esta Asamblea Nacional «la RCC quiere subrayar la voluntad de apoyar al Santo Padre en su obra de ‘renovación eclesial’, poniendo la propia experiencia espiritual aún más en el corazón de la Iglesia y al servicio del mundo, a partir de las indicaciones que el Pontífice ha expresado elocuentemente en la exhortación Evangelii Gaudium».
Además, tal y como indica la nota de prensa, «será la primera vez que el Papa visite uno de los ‘areópagos’ de nuestro tiempo, uno de los lugares símbolos de la capital, para unirse a los 50.000 fieles que está previsto que lleguen de distintas partes de Italia y del mundo».
Durante la rueda de prensa que el Pontífice dio a los periodistas en el vuelo de vuelta de la JMJ de Río de Janeiro el pasado mes de julio tuvo ocasión de hablar sobre la Renovación Carismática. Respondiendo a la siguiente pregunta de un periodista: «El Movimiento de la Renovación Carismática, ¿es una baza para evitar que los fieles se vayan a las iglesias pentecostales?»
El Santo Padre dijo en aquella ocasión que «hace años, al final de los años setenta, inicio de los ochenta, yo no los podía ver. Una vez, hablando con ellos, dije esta frase: ‘Éstos confunden una celebración litúrgica con una escuela de samba’. Esto fue lo que dije. Me he arrepentido. Después los he conocido mejor. Es también cierto que el movimiento, con buenos asesores, ha hecho un buen camino. Y ahora creo que este movimiento, en general, hace mucho bien a la Iglesia. En Buenos Aires, yo les reunía frecuentemente y una vez al año celebraba la Misa con todos ellos en la catedral. Les he apoyado siempre, cuando me he convertido, cuando he visto el bien que hacían. Porque en este momento de la Iglesia ―y aquí amplío un poco la respuesta― creo que los movimientos son necesarios. Los movimientos son una gracia del Espíritu.
“¿Pero cómo se puede sostener un movimiento que es tan libre?”. También la Iglesia es libre. El Espíritu Santo hace lo que quiere. Además, Él hace el trabajo de la armonía, pero creo que los movimientos son una gracia: aquellos movimientos que tienen el espíritu de la Iglesia. Por eso creo que el Movimiento de la Renovación Carismática no sólo sirve para evitar que algunos pasen a las confesiones pentecostales: no es eso. Sirve a la misma Iglesia. Nos renueva. Y cada uno busca su propio movimiento según su propio carisma, donde lo lleva el Espíritu».
Por otro lado, precisamente ayer, en la homilía de Santa Marta, también mencionó a este movimiento. Francisco habló de la oración de alabanza y afirmó que no puede ser algo propio solo de la Renovación Carismática sino de todos los cristianos.
La Asamblea Nacional de la RCC en Italia el año pasado contó con la presencia de monseñor Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. En esa ocasión, monseñor Fisichella dijo a los participantes: «Esta mañana, antes de salir, he estado con el papa Francisco. Le he dicho: «Santo Padre, dentro de poco me tengo que marchar. Voy a Rímini, donde hay miles y miles de fieles de la Renovación Carismática: hombres, mujeres, jóvenes». El Papa con una gran sonrisa me ha dicho: ¡Diles que les quiero mucho!»