Las observaciones entregadas ayer por el Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño sobre el manejo de casos de abuso sexual en la Iglesia asombraron a la comunidad internacional.
El informe de la ONU puso en marcha una serie de fuertes críticas por el manejo de casos de abuso, pero hizo caso omiso de las muchas medidas que la Santa Sede ha tomado para cumplir con las Convenciones de los Derechos del Niño.
Pero ese no fue el único fracaso del informe. El Comité de la ONU recomendó que el Vaticano cambie su posición sobre el aborto y la homosexualidad, excediendo su mandato y pasando de la política a la ideología. El arzobispo Silvano Tomasi, observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra, cree que la razón se debe a que las organizaciones no gubernamentales están influyendo en el Comité e imponiendo creencias ideológicas en el informe.
Algunos pueden rechazar la sugerencia del arzobispo Tomasi de injerencia de los grupos de presión, pero Stefano Gennarini no tiene ninguna duda de que es verdad. Gennarini es director del Centro de Estudios Jurídicos de C-FAM, el Instituto Católico para la Familia y los Derechos Humanos. Situado en Nueva York y Washington, la organización «fue fundada en 1990 en respuesta a la llamada del Beato Juan Pablo II a los católicos a participar en la vida pública».
Gennarini habló con ZENIT el 5 de febrero sobre las recomendaciones formuladas por el Comité de la ONU sobre los Derechos del Niño y la influencia de los grupos ideológicos dentro de la ONU.
* * *
Cuéntenos un poco acerca de C-FAM y su papel en las Naciones Unidas.
— Gennarini: C-FAM se dedica a la investigación para informar de los debates de la ONU sobre cuestiones de la familia y de la vida. También informamos sobre lo que sucede en las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales a través de nuestro semanario Friday Fax. Hemos participado en todas las negociaciones de la ONU sobre la política social desde la Conferencia del Cairo en 1994, y hemos sido recientemente recomendados con estatus consultivo especial en el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.
¿Qué opina sobre las observaciones y recomendaciones dadas a conocer hoy por el Comité de la ONU sobre los Derechos del Niño?
— Gennarini: Aunque estoy acostumbrado a ver a los expertos y burócratas de la ONU hacer cosas bastante locas, estoy tan preocupado como cualquier otra persona que lea estas observaciones. Es lamentable que el Comité de los Derechos del Niño haya decidido tomar este camino. Al hacerlo, socavan la labor de las Naciones Unidas en la promoción y protección de los derechos humanos. Ningún país se tomará las observaciones del comité ahora en serio, ya que se perciben como política e ideológicamente sesgadas.
¿Usted encuentra sorprendente lo que ha señalado la ONU?
–Gennarini: En realidad no. Hemos estado luchando con grupos pro-aborto y pro-homosexuales que han capturado los órganos de tratados de las Naciones Unidas durante años. Estos órganos se han convertido en un área de recreo para ellos gracias a las generosas donaciones de los países nórdicos y europeos. Lo que los órganos están haciendo es interpretar los tratados que supervisan de forma tan vaga y amplia que se puede leer lo que uno quiera en ellos.
La Santa Sede es el enemigo público número uno para los grupos abortistas y homosexuales porque es una voz moral que resuena dentro de las Naciones Unidas, que recuerda a los países la verdad sobre la dignidad humana. Si no fuera por la obra de la Santa Sede en la ONU y por medio de la Secretaría de Estado del Vaticano, el aborto y la sodomía podrían haber sido ya declarados como derechos humanos universales. La Santa Sede es la única delegación de la ONU que no acepta ninguna ambigüedad sobre la cuestión del aborto. La mayoría de los países están dispuestos a dejar que otros países hagan lo que quieran con sus hijos no nacidos. La Santa Sede es la única delegación de la ONU que no destaca por y aceptar eso.
Monseñor Tomasi dijo en una entrevista que le parecía que el informe estaba «ya está escrito» antes de que la Santa Sede hiciera su presentación ante el Comité. ¿Cree usted que es una posibilidad?
— Gennarini: Es un hecho. Él simplemente está declarando lo que muchos conocedores de la ONU ya sabían. La verdad es que unos pocos expertos que conforman los órganos de supervisión de tratados, como el Comité de los Derechos del Niño, controlan lo que estas observaciones en última instancia dicen. Los expertos no son compensados por el trabajo que hacen y sólo trabajan en estos temas un par de semanas al año. Quién realmente controla este proceso es el personal de las Naciones Unidas de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, que trabajan a tiempo completo en Ginebra sobre la preparación de informes, observaciones y recomendaciones. Así que cuando los expertos se reunieron con la Santa Sede en enero y hablaron con el arzobispo Tomasi, e incluso elogiaron la labor de la Santa Sede para proteger a los niños, fue en vano, porque los burócratas de la ONU ya habían decidido cuáles eran las observaciones que se iban a dar.
En la misma entrevista, sugirió que la mayoría de las organizaciones no gubernamentales en favor del matrimonio gay y el aborto estaban detrás de las observaciones del Comité. ¿Qué opina usted al respecto?
— Gennarini: Sin lugar a dudas. Los países en las Naciones Unidas se han quejado en repetidas ocasiones de la falta de transparencia en la forma en que los comités de seguimiento interactúan con las organizaciones no gubernamentales. A menudo, la información proporcionada por los países se ignora y los comités dependen casi por completo de la información de estos grupos. La misma comisión que ha acusado a la Santa Sede de causar el estigma y la violencia contra los homosexuales ha condenado a Rusia por la promulgación de una ley que protege a los niños de la información que podría afectar negativamente a su salud por engañarles diciendo que los actos homosexuales son iguales que las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer. Los grupos de homosexuales quieren que sus opciones sexuales sean abrazadas por el conjunto de la sociedad y para ellos la ONU es otra herramienta para lograrlo.
Lo que ha ocurrido en los últimos treinta años es que muchas organizaciones de derechos humanos, cuyo objetivo era los derechos civiles y políticos durante la guerra fría, se encontraron sin una causa una vez que el Muro de Berlín cayó. Como resultado, se ha redefinido su enfoque en los derechos sexuales. Lo que quieren es convertir a la autonomía sexual desenfrenada en una norma esencial de los derechos humanos. El aborto y la homosexualidad son simplemente las manifestaciones más extremas de la autonomía sexual desenfrenada. Los países occidentales, donde dicha autonomía sexual ha ganado fuerza, han estado financiando estas organizaciones durante más de 20 años y tienen a su disposición miles de millones de dólares para financiar los litigios, la educación, el lobby y otros proyectos para promover sus causas.
¿Qué debe hacer C-FAM como un instituto enfocado a los derechos de la familia y a los derechos humanos? ¿Cómo va a reaccionar ante este informe de la ONU?
— Gennarini: C-FAM ha puesto en marcha una campaña de petición en apoyo de la Santa Sede en www.defendthevatican.org. También vamos a señalar a nuestros amigos en las Naciones Unidas que este es un ejemplo más del abuso por parte de los comités de vigilancia de la ONU. En los últimos tres años, hemos estado trabajando con los diplomáticos en la Asamblea General de la ONU para reformar los órganos de tratados y fortalecerlos p
ara que puedan funcionar adecuadamente en el futuro. Es importante que estos expertos tengan que rendir cuentas por su trabajo. Es la única forma de garantizar que se evite este tipo de opinión extravagante. Mientras los expertos pueden interpretar los tratados de la forma que deseen, esto va a continuar sucediendo. Y, por supuesto, vamos a seguir informando sobre estas cuestiones en www.c-fam.org.