Termina así un período en el que la congregación fue guiada por un delegado pontificio, el cardenal Velasio De Paolis. Un itinerario que ha durado cuatro años y sufrido por el escándalo pesado desvelado en el 2009, de la ‘doble vida’ del fundador, Marcial Maciel.
El carisma de la Legión y del Regnum Christi, entretanto no se identifica con el fundador, y menos aún con sus acciones malvadas.
La historia de los Legionarios de Cristo y del movimiento Regnum Christi es algo que va mucho más allá de sus sombras. Tantas son las luces y el futuro pone muchos desafíos difíciles pero al mismo tiempo estimulantes.
En entrevista con ZENIT, el padre Eduardo Robles-Gil ha contado su historia personal de vocación sacerdotal y como llevará el encargo apenas recibido.
¿Cómo ha nacido su vocación y esta misión? ¿Por qué decidió entrar en la Legión de Cristo?
–Padre Eduardo Robles: Podríamos decir que mi vocación realmente nació al mismo tiempo que mi vida consciente. Realicé mis estudios elementares en el ‘Instituto Cumbre’, o sea que los primeros sacerdotes que conocí fueron los Legionarios de Cristo. Aunque tuve dos tíos sacerdotes, primos de mi mamá, un jesuita y un marista y aunque iba a misa y a confesarme con los dominicos en la parroquia, los padres con los que trataba eran los Legionarios de Cristo.
Después cursé en la universidad Anáhuac, también dirigida por los Legionarios de Cristo, y entré en el Movimiento Regnum Christi. O sea que siempre pensé en el sacerdocio en la Legión de Cristo, porque en este movimiento fue donde encontré a Cristo y descubrí su llamado.
En 1969 estaba empezando el último año del bachillerato y fue cuando inició el Regnum Christi de jóvenes en México. En la universidad, un amigo -que tiene un hermano suyo hoy legionario y también padre capitular – y que entró al movimiento me invitó a ser parte en 1972. Y en 1975 terminé la carrera de ingeniería y ese año me consagré a Dios como laico en el Regnum Cristi, dos años antes de entrar en la Legión.
¿Se esperaba poder ser elegido a este encargo que es una gran responsabilidad?
–Padre Eduardo Robles: La verdad es que no pensaba ser elegido, todos pensábamos en el padre Silvester porque lo ha hecho muy bien, sustituyendo este año al padre Álvaro. Sin embargo aquí supimos que el Papa nos pedía que eligiéramos superior general según las constituciones de 1994 que tienen un límite de edad y el padre Silvester no era elegible, él tiene 39 años y la edad mínima es 40.
Sí, llegué a pensarlo, porque saliendo de México me decían como broma ‘que regrese como le pasa al papa cuando viene al Vaticano para el cónclave’. Ellos no saben si van a regresar. Y por esa broma que me hacían me pregunté ¿qué pasaría si me eligieran?
En la Legión he aprendido: ‘Te seguiré Señor a donde quieras que vaya, te seguiré por donde quiera que me lleves’. Y me han tocado encargos o países donde hubiera preferido renunciar porque ya estaba trabajando contento.
En el fondo sabía que tenía que aceptar. Porque además lo dicen las Constituciones que temenos la obligación de la obediencia y el capítulo es la suprema autoridad del Instituto.
En esta nueva fase de la congregación, ¿cómo se vivirá o revivirá el carisma de los Legionarios de Cristo, especialmente ahora que han renegado definitivamente de la figura del fundador? En particular, ¿cómo vivirá usted este carisma en cuanto director general?
–Padre Eduardo Robles: Tenemos que darnos cuenta que el Evangelio de san Juan, nos dice claramente que no somos nosotros quienes lo hemos elegido a Él, sino que Él nos eligió a nosotros y nos envía para que demos fruto, que somos enviados de Dios Nuestro Señor.
La Iglesia, los discípulos, los apóstoles, los fundadores, todos los agentes de pastoral son enviados por Dios Nuestro Señor. El carisma en una congregación es una idea en la que te sientes identificado, llamado: en mi caso yo entré al movimiento, un movimiento de apostolado que busca de transformar la vida de las personas y de la sociedad a través de ese encuentro con Cristo vivo y dejando que sea Él ha realizar con cada persona un trabajo misionero.
Cuando recibes un carisma entiendes que Dios te encontró y tú respondiste a su llamada. Se puede siempre profundizar más porque es una realidad que no es simplemente una idea humana.
Hay una doctrina que es dogmática de la Iglesia que se aplica a los sacramentos: puede suceder que un sacerdote sea indigno, entretanto el sacramento que nos confiere es válido porque la gracia actúa ‘ex opere operato’. Y de alguna manera Dios Nuestro Señor actúa con nosotros. Vamos a la historia de la Iglesia, ha habido papas que han sido indignos, y la Iglesia ha continuado a existir y cumplir su misón porque es obra de Dios. A nosotros los Legionarios así nos ha pasado.
¿La obediencia cómo se armoniza con el carisma?
–Padre Eduardo Robles: Sobre la obediencia, la Iglesia nos enseña hoy, como indica el magisterio del Concilio Vaticano II, y sucesivos, que es un discernimiento, en el que el superior y quien no lo es, buscan juntos la voluntad de Dios. Yo no me encuentro en la idea de una obediencia ciega: en la Legión hemos aprendido que esa viene motivada por la fe. En el diálogo confiado con el superior, quien está subordinado puede tener perplejidades y las puede exponer libremente, pero la obediencia no cambia: el modelo es Cristo en manos de su Padre que obedece: ‘No se haga mi voluntad sino la Tuya’. Si no hay esto no hay verdaderamente obediencia. El discernimiento es hacer lo que hizo Jesucristo en Getsemaní. Es también importante entender que el superior no es un patrón, pero que también él debe buscar siempre la voluntad de Dios y actuar según las normas del derecho.
El Santo Padre, ¿se hizo presente con alguna indicación para la configuración del nuevo gobierno del Instituto? ¿Qué les ha pedido?
–Padre Eduardo Robles: El Santo Padre, lo único que nos pidió es que eligiéramos al director general y a dos consejeros generales. Además, se reservó el nombramiento del vicario general y de un consejero. Indicó también que la elección realizada por el capítulo fuera confirmada por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. Le hemos referido al Santo Padre la elección así como se realizó y él me confirmó como director general y a dos de los consejeros generales: padre Sylvester Heereman y padre Jesús Villagrasa. Él ha nombrado de acuerdo a lo que había indicado con el Delegado, al padre Juan José Arrieta como vicario general y al padre Juan Sabadell como consejero general. El 6 de febrero su excelencia Mons. José Rodriguez Carballo, secretario de la Congregación, nos ha comunicado la confirmación de la elección de nombres de los consejeros elegidos por la Santa Sede. Noticia que hemos acogido en el aula con un gran aplauso.
(Sigue mañana 13 de febrero)