El obispo auxiliar de Madrid y ex secretario general de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, ha asegurado esta mañana en Valencia, en una conferencia organizada por la Facultad de Teología de la Universidad Católica y la Biblioteca Sacerdotal Almudí, que los mártires de la Iglesia del siglo XX son la “fuerza motriz” de la nueva evangelización y que “no habrá nueva evangelización fecunda y completa mientras no haya un conocimiento, un amor y un culto adecuado a todos ellos”.
Así, monseñor Martínez Camino, que ha inaugurado el nuevo ciclo de conferencias ‘Diálogos de Teología de Almudí’, ha asegurado, recordando las palabras del beato Juan Pablo II, que “la sangre de los mártires del siglo XX está llamada a fecundar la evangelización del tercer milenio, al igual que los mártires romanos de los tres primeros siglos fueron, sin duda, la semilla básica de la que brotaron los frutos de la evangelización de Europa en el primer milenio”.
En su intervención, titulada “Testimonio de los cristianos en el mundo”, el prelado madrileño ha realizado un recorrido previo por la situación de persecución religiosa sufrida en distintos países, en Europa y en todo el mundo, en el que ha destacado el caso de España, con un total de 1.523 mártires elevados a los altares desde la primera beatificación que impulsó el el Pontífice polaco, de los cuales once ya han sido declarados santos y el resto son beatos.
Además, ha recordado cómo el papa Francisco, en la Evangelii gaudium, destaca que los mártires “nos ayudan con su ejemplo y su intercesión a no ser cristianos de barniz, sino cristianos sustanciales”.
Para monseñor Martínez Camino, los mártires del siglo XX “son personas de la misma fibra espiritual y humana que los de los primeros siglos y todas las épocas, aunque en el siglo XX, en número, han sido más que los de todos los siglos anteriores de la Iglesia juntos”. Se trata de cristianos “que se han mostrado capaces de no anteponer nada a su fidelidad a Jesucristo, ni siquiera la vida y que prefirieron morir a traicionar su fe”, ha añadido.
Por eso, ha indicado que los mártires “están llamados a ser actores principales de la nueva evangelización” porque “nos ayudan a entender cómo crece la Iglesia”. El Evangelio “no prende en el corazón de los hombres a base de discursos, doctrinas o palabrería cargada de tópicos y modas de la sociedad, de la política o de la misma Iglesia, sino que atrae en virtud del testimonio de los santos”, y “sin testigos no hay evangelización”, ha precisado el obispo auxiliar de Madrid.
El papa Francisco “no se cansa de decir que el pueblo cristiano y la Iglesia es un pueblo memorioso –así lo indica en la Evangelii gaudium— y que la Iglesia no crece por proselitismo, por hablar de teorías, sino por atracción, porque vive de la memoria de Jesucristo”, ha apuntado.
En este sentido, monseñor Martínez Camino ha puntualizado que “la intercesión de los mártires del siglo XX es de la máxima actualidad porque el ateísmo sigue secando la vida espiritual y cultural de nuestra Europa y de España en nuestros días, ahora bajo la forma, tal vez dominante, del relativismo hedonista, pero de otras muchas formas, que van camino de imponerse a los pueblos como una nueva forma de dictadura y que ya están poniendo de nuevo en cuestión derechos humanos fundamentales”.
Actualmente “se pretende olvidar a los mártires porque en este contexto resultan testigos molestos de la verdad del Evangelio y de la verdad del ser humano”, ha lamentado. Sin embargo, ha concluido, “los mártires se convirtieron y son verdaderos hombres nuevos, capaces de salir de sí mismos, capaces de generosidad y de ir al encuentro del otro con un gesto de perdón”.
El siglo XX es el siglo de los mártires. Los totalitarismos de uno y otro signo han sido terriblemente eficaces en el intento de doblegar las conciencias y de aniquilar pueblos, clases, razas o iglesias. Los mártires cristianos no son las únicas víctimas del siglo de la violencia sistemática al servicio de ideologías inhumanas. Todas la víctimas han de ser reconocidas. Se cuentan por decenas de millones. La Iglesia las reconoce a todas y desea que se guarde vigilante memoria de todas. Pero además, beatifica y canoniza a algunos de sus hijos que murieron por el sólo hecho de ser cristianos. Si en España fueron unos 7 mil los eclesiásticos martirizados, en la Unión Soviética el número de ellos se eleva a la escalofriante cifra de 200 mil.