'No soy una superstar', los cardenales me aconsejan aunque la responsabilidad es mía

Entrevista del Santo Padre en el diario italiano Il Corriere della Sera. Hay valores no negociables; resolver los problemas de las familias desde la casuística es equivocado

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Una nueva entrevista del Santo Padre con un periódico italiano, este vez ha sido en el Corriere della Sera. Primero fue la revista de la jesuistas La Civiltà Cattolica, después la conversación con el director de La Repubblica, y en Navidad fue entrevistado por La Stampa. En este ocasión Francisco habla de sí mismo, su imagen pública y su primer año de pontificado, y trata temas como la familia, su relación con Benedicto XVI, el rol de la mujer en la Iglesia o el viaje a Tierra Santa.

Francisco afirma que el Papa emérito no es una estatua en un museo. «Es una institución, a la que no estábamos acostumbrados. Sesenta o setenta años atrás, la figura del obispo emérito no existía. Eso vino después del Concilio Vaticano II, y actualmente es una institución. Lo mismo tiene que pasar con el Papa emérito. Benedicto es el primero y tal vez haya otros. No lo sabemos». Asimismo indica que él es discreto, humilde, no quiere molestar y añade que «lo hablamos y juntos llegamos a la conclusión de que era mejor que viera gente, que saliera y participara de la vida de la Iglesia». Francisco observa que «su sabiduría es un don de Dios. Algunos hubiesen querido que se retirara a una abadía benedictina muy lejos del Vaticano. Y yo pensé en los abuelos, que con su sabiduría y sus consejos le dan fuerza a la familia y no merecen terminar en una casa de retiro».

Analizando este primer año de pontificado y los cambios que ha podido llevar a cabo en estos meses, el Santo Padre explica que «en marzo del año pasado no tenía ningún proyecto de cambiar la Iglesia. No me esperaba, por decirlo de alguna manera, este traslado de diócesis». Y lo que hizo fue empezar a «gobernar buscando poner en práctica todo lo que había surgido en el debate entre los cardenales durante las diversas congregaciones. En mi forma de actuar espero a que el Señor me dé la inspiración». Y observa que «el Papa no está solo en su trabajo porque es acompañado y aconsejado por muchas personas. Y sería un hombre solo si decidiese sin escuchar o fingiendo que escucha. Pero hay un momento, cuando se trata de decidir, de poner una firma, en el cual está solo con su sentido de la responsabilidad».

El periodista pregunta al Papa si hay algo en su imagen pública que no le guste, a lo que el Pontífice responde que «me gusta estar entre la gente, junto a los que sufren, y andar por las parroquias. No me gustan las interpretaciones ideológicas, una cierta mitología del papa Francisco. Cuando se dice, por ejemplo, que salgo de noche del Vaticano para ir a darles de comer a los mendigos de Via Ottaviano… Jamás se me ocurriría». Y Francisco cita a Sigmund Freud cuando decía «que en toda idealización hay una agresión».  Y admite que «pintar al Papa como si fuese una especie de Superman, una especie de estrella, me resulta ofensivo. El Papa es un hombre que ríe, llora, duerme tranquilo y tiene amigos como todos. Es una persona normal».

Afrontado también el tema de los «valores no negociables» en cuestión especialmente de bioética y moral sexual, al preguntarle porqué no ha usado esa fórmula, Francisco explica que «nunca entendí la expresión ‘valores no negociables’. Los valores son valores y basta. No puedo decir cuál de los dedos de la mano es más útil que el resto, así que no entiendo en qué sentido podría haber valores negociables» Y recuerda que lo que tenía para decir sobre el tema de la vida «lo he dejado por escrito en Evangelii Gaudium».

Al abordar el tema de la familia, y ante la pregunta de los posibles cambios en un futuro el Santo Padre explica que «es un largo camino que la Iglesia debe completar. Un proceso que quiere el Señor. Tres meses después de mi elección, me fueron sometidos los temas para el sínodo, y nos propusimos discutir sobre cuál es el aporte de Jesús al hombre contemporáneo. Pero al final, gradualmente –que para mí es un signo de la voluntad de Dios– se decidió discutir sobre la familia, que atraviesa una crisis muy seria. Es difícil formar una familia. Los jóvenes ya no se casan. Hay muchas familias separadas, cuyo proyecto de vida común fracasó. Los hijos sufren mucho». Por eso, señala, «nosotros tenemos que dar una respuesta. Pero para eso hay que reflexionar mucho y en profundidad. Es eso lo que están haciendo el consistorio y el sínodo. Hay que evitar quedarse en la superficie del tema. La tentación de resolver los problemas desde la casuística es un error, una simplificación de cosas profundas. Es lo que hacían los fariseos: una teología muy superficial. Y es a la luz de esa reflexión profunda que podrán afrontarse seriamente las situaciones particulares, también la de los divorciados».

Al respecto y ante la pregunta del periodista de por qué «el informe del cardenal Walter Kasper en el último consistorio (un abismo entre la doctrina sobre matrimonio y familia y la vida real de muchos cristianos) generó tanta división entre los purpurados» y si «cree que la Iglesia podrá recorrer esos dos años de fatigoso camino para llegar a un consenso amplio y sereno» el Santo Padre explica que «el cardenal Kasper hizo una hermosa y profunda presentación», «en la que aborda cinco puntos, el quinto de los cuales es el de las segundas nupcias». Francisco afirma que «más me hubiese preocupado que en el consistorio no se desatara una discusión intensa, porque no habría servido de nada. Los cardenales sabían que podían decir lo que quisieran, y presentaron puntos de vista diferentes, que siempre son enriquecedores. El debate abierto y fraterno hace crecer el pensamiento teológico y pastoral. Eso no me atemoriza. Es más: lo busco».

El Pontífice habla del próximo viaje en mayo a Tierra Santa e indica que «el camino de la unidad con los ortodoxos quiere decir sobre todo caminar y trabajar juntos». Y explica que «en Buenos Aires, a los cursos de catequesis venían varios ortodoxos. Yo pasaba la Navidad y el 6 de enero junto a sus obispos, que a veces pedían también consejo a nuestros diocesanos. No sé si es verdad el episodio que se cuenta de Atenágoras, según el cual habría propuesto a Pablo VI que caminasen juntos y mandasen a una isla a todos los teólogos para que discutieran entre ellos. Es una broma, pero lo importante es que caminemos juntos. La teología ortodoxa es muy rica. Y creo que ellos tienen en este momento grandes teólogos. Su visión de la Iglesia y de la sinodalidad es maravillosa».

Por otro lado, el periodista pregunta por la relación entre China y el Vaticano, y Francisco aclara que «estamos cercanos a China. Yo le mandé una carta al presidente Xi Jinping cuando fue elegido, tres días después que yo. Y él me respondió. Las relaciones existen. Es un pueblo grande al que quiero».

Sobre el delicado tema de los abusos a menores, el periodista le pregunta sobre la petición que desde las páginas de Il Foglio, firmada entre otros por los filósofos Besançon y Scruton, para que alce su voz contra los fanatismos y la mala fe del mundo secularizado, que respeta poco la infancia. El Pontífice, al respecto, dice dos cosas. Por un lado que «los casos de abusos son tremendos porque dejan heridas profundísimas. Benedicto XVI fue muy valiente y abrió un camino. La Iglesia, siguiendo ese camino, ha hecho mucho. Tal vez más que nadie». Por otro lado recuerda que «las estadísticas sobre el fenómeno de las agresiones contra los niños son impresionantes, pero muestran también con claridad que la gran mayoría de los abusos suceden en el entorno familiar y de gente cercana. La Iglesia Católica es tal vez la única institución pública que se ha movido con transparencia y responsabilidad. Ningún otro ha h
echo tanto. Y, sin embargo, la Iglesia es la única que es atacada».

El rol de la mujer en la Iglesia, tema que ya ha sido tratado por el Papa durante este primer año de Pontificado, también es tocado en la entrevista y confirma que «tampoco en esto ayuda la casuística. Es verdad que la mujer puede y debe estar más presente en los puestos de decisión de la Iglesia. Pero a esto yo lo llamaría una promoción de tipo funcional. Solo con eso no se avanza demasiado».

El Papa dice en la entrevista que no siente nostalgia de Argentina aunque reconoce que le «gustaría ir a encontrarme con mi hermana, que está enferma, es la última de nosotros cinco. Me gustaría verla, pero esto no justifica un viaje a Argentina: la llamo por teléfono y esto basta. No pienso ir antes de 2016, porque en América Latina ya he estado en Río. Ahora debo ir a Tierra Santa, a Asia, después a África».

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Staff Reporter

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