Por Pilar Argelich Casals

La fiesta de San José, nos traslada al hogar de Nazareth. Contemplamos a José, hombre justo,” siervo prudente y fiel a quien el Señor puso al frente de su familia” (Misal Romano, Solemnidad de San José). En el Evangelio descubrimos su vida sencilla, su trabajo de artesano, su fe y confianza en Dios, su vida de profunda oración que le hace descubrir la voluntad de Dios en las indicaciones de los ángeles, su obediencia y entrega.

El Papa nos invita a contemplarlo como educador de Jesús. José cuida y protege a Maria y al Niño. Junto a él, Jesús aprende a trabajar bien, a vivir en familia, y va creciendo, como dice la Escritura, en sabiduría, estatura y gracia.

Es en el hogar, donde los hijos aprenden a rezar, donde la fe crece y se fortalece ;” donde cada persona aprende a dar y a recibir amor” ( Benedicto XVI). ¿ Somos los padres realmente conscientes de ello?. ¿ Intentamos que nuestro hogar se asemeje al hogar de Nazareth?. Demasiadas veces, la vida diaria, con sus prisas, nos hace priorizar lo urgente por delante de lo importante. Acompañar a nuestros hijos en su crecimiento corporal y espiritual es tarea fundamental de los padres. Acudamos a San José para pedirle la gracia de ser fieles a nuestra vocación de padres. Pidámosle cada día para nuestra familia su protección y ayuda.

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