El grupo de obispos de las provincias eclesiásticas de Barcelona y Tarragona ha sido el penúltimo en reunirse con el Santo Padre con motivo de la Visita Ad Limina. El viernes 7 de marzo pudieron compartir con Francisco las situaciones concretas que cada uno de los 9 obispos -más tres obispos auxiliares- vive en su diócesis concreta. Desde el día 28 de febrero y hasta hoy 8 de marzo, los obispos han ido visitando al Santo Padre y los dicasterios de la Santa Sede en grupos por provincias eclesiásticas. ZENIT ha entrevistado al cardenal Lluís Martí­nez Sistach, arzobispo de Barcelona, para profundizar sobre algunos detalles de la Visita Ad Limina, el 'encuentro con el hermano mayor', dice el purpurado. Asimismo habla de algunos temas tratados con el Santo Padre, analiza el último año vivido en la Iglesia y explica las periferias existenciales presentes en España. Por último, afronta también la situación actual de la familia y el trabajo del Consistorio y los Sínodos que abordarán esta realidad.

¿Cómo fue el encuentro de ayer con el Santo Padre?
--Cardenal Sistach: Fue la culminación de esta Visita Ad Limina. Fue un encuentro magnífico, el encuentro con el padre y hermano mayor y a la vez también con un pastor, el de la Iglesia de Roma y la Iglesia universal que además fue durante muchos años pastor de Buenos Aires. Fue un encuentro de mucha cercanía por parte del Papa, autenticidad por nuestra parte. Le expusimos al Santo Padre las realidades de nuestras Iglesias diocesanas, las ilusiones, esperanzas, proyectos, retos, desafíos, fracasos, dificultades... Pusimos todo lo que vivimos y encontramos acogida muy cordial, afectiva y comprensiva que respondía a nuestras preguntas, incidía con sus experiencias, nos iluminaba. Pudimos tratar muchos temas durante la hora y media. Quedamos muy contentos. Es un estilo nuevo, antes esto no se hacía [ndr. antes, en las visitas ad Limina el Santo Padre se reunía de forma individual con cada obispo] y en este estilo que no conocíamos, hemos salido todos los obispos muy contentos.

¿Qué temas pudieron tratar con el Santo Padre?
--Cardenal Sistach: Aunque los temas más concretos que pudimos hablar no salgan porque es un tipo de encuentro reservado, sí puedo afirmar que tratamos muchos temas porque en una Iglesia diocesana, un pastor no puede olvidarse o no ver las realidades de todos los tipos: religiosas, espirituales, económicas, sociales, políticas, institucionales. Hablamos por ejemplo mucho de los sacerdotes, de servirles y estar a su lado.

Decía que el Santo Padre habla también desde su experiencia de pastor en Buenos Aires, ¿de qué forma les ayuda esto a ustedes?
--Cardenal Sistach: El hecho de ser pastor de una Iglesia diocesana siempre te hace muy realista porque están las ilusiones, y una cosa es lo que debería ser y otra lo que puede ser en un momento determinado. Los padres saben qué tienen que hacer con los hijos, pero a veces no lo pueden hacer porque sería contraproducente, entonces lo harán mañana. El gobierno pastoral también es el arte del posible porque la pastoral toca a las personas, las comunidades, las parroquias; no son robots, son personas e instituciones que tienen sus reacciones. Lo más importante en la Iglesia siempre es la conversión, tiene que haber derecho y normativas, pero lo más importante siempre es la conversión.

Hace unos días el Santo Padre recibió a la Congregación para los Obispos y les habló sobre cómo debe ser un obispo, ¿que destacaría de este discurso ?
--Cardenal Sistach: Toca muchos temas y te puede venir pensar pero 'Santo Padre, ¿entonces quién puede ser obispo?' (risas). Es un poco lo que pasó en las Congregaciones previas al Cónclave, los cardenales hablábamos sobre cómo debía ser el nuevo Papa y pedíamos tantas cosas que también se podía pensar '¿y quién puede ser Papa?'... Somos limitados. Por eso está muy bien lo que ha dicho el Papa, porque aunque el 100% se da en el cielo hemos de intentar acercarnos al 100 y si no llegamos, pues al 90 y por eso hay que intentarlo y tener las ideas claras. Lo que sí se pretende de un obispo es buscar los candidatos mejores y los que se acerquen más.

En estos días también han tenido ocasión de reunirse con los distintos dicasterios de la Curia, ¿cómo han sido estos encuentros?
--Cardenal Sistach: La acogida, la disponibilidad, la atención y el interés al escuchar me ha impresionado muy positivamente. La Curia está al servicio del Papa en su misión en la Iglesia universal y por tanto toca todas las diócesis del mundo. Los obispos que estamos en las diócesis, a veces tenemos problemas o dificultades y conviene mucho que los dicasterios nos acojan, comprendan, ayuden y acompañen. Y esto se ha dado en este espíritu positivo de la Curia y lo hemos agradecido. Y así hemos participado en proponer cuestiones, solicitar alguna ayuda y realmente han sido acogidas y algunas ya han recibido respuesta, en el sentido de que han sido iluminadas. Fórmulas mágicas no tenemos, pero sí que hay principios que pueden ayudar en la práctica pastoral.

La Visita Ad Limina puede suponer una ocasión de pararse y ver el trabajo que se ha hecho hasta ahora y mirar al futuro, ¿qué valoración puede hacer al respecto?
--Cardenal Sistach: La visita tiene un trabajo previo, y no fácil de hacer, que es una relación de los años transcurridos desde la última Visita Ad Limina, en este caso han sido nueve. Hay que presentar un documento a la Santa Sede sobre cómo está el estado pastoral de la diócesis con muchas preguntas y cuestiones: hay que estudiar las delegaciones, parroquias, instituciones docentes... Esta ya ha sido una reflexión, el 'dónde estamos', que ayuda a programar el futuro. Esta revisión viene también dada por los planes pastorales. Nosotros, por ejemplo, lo tenemos del 2011 al 2015 con tres objetivos prioritarios. El primero  - totalmente en la línea de papa Francisco y la nueva evangelización - es dar a conocer a Jesús a quienes no lo conocen; algo que nos toca a todos los bautizados. El segundo es ver qué ofrecemos a los que se acercan, cómo los acogemos, cómo les acompañamos; es decir la pastoral de la iniciación cristiana. El tercer objetivo es la solidaridad como expresión de la fe cristiana. Con el problema de la crisis económica y la gente que está sufriendo por la carestía y los recortes, nos ha parecido continuar con este objetivo que ya llevábamos de antes. Un tema relacionado con el capítulo cuatro de la Evangelii Gaudium [ndr. exhortación apostólica del papa Francisco], la dimensión social de la evangelización.

Este último año ha sido importante para la historia de la Iglesia, con la renuncia de Benedicto XVI y la elección de Francisco, ¿qué valoración hace usted de lo vivido en los últimos doce meses?
--Cardenal Sistach: Han sido providenciales. Ya lo eran en su momento, con la decisión de renunciar de Benedicto XVI tomada con absoluta libertad y conciencia que no podía realizar su ministerio adecuadamente y bien, adverbios que él emplea. Lo hizo por el bien de la Iglesia y porque quería servir a la Iglesia y servir adecuadamente. Esta es la coherencia total que pone de relieve el amor a la Iglesia, y una actitud de servicio a la Iglesia, no servirse de la Iglesia. Pero también indica mucha humildad por su parte. Fue providencial porque hicimos el Cónclave y el Espíritu Santo nos asistió a los cardenales mientras la Iglesia oraba. La fumata blanca fue estupenda, y ya el Papa nos sorprendió con el nombre pero fue el inicio de las sorpresas. Ya lo conocíamos pero cada vez nos sorprende más. Y nos sorprende - en el buen sentido de la palabra - tanto a creyentes como no creyentes. Por tanto, creo que todo ha sido providencial. Ahora tenemos a este Papa que está haciendo mucho bien a la Iglesia, y tenemos que rezar mucho por él para que Dios le dé mucha salud y encuentre col aboración en todos los miembros de la Iglesia para que pueda llevar a termino su plan de renovación de la Iglesia. Él lo ha dicho muy claro en la exhortación apostólica, que es como un documento programático de su servicio a la Iglesia. Pero, pide que sea para toda la Iglesia donde la clave es la reforma para que la Iglesia se acerque más a los hombres y mujeres. El criterio para esta reforma es la misión, la dimensión misionera y evangelizadora. 

¿Cómo siente que ha sido la acogida del papa Francisco por parte de la gente?
--Cardenal Sistach: La acogida por parte de creyentes y no creyentes es muchísima. Hay  simpatía e interés por el Papa y por la Iglesia, se ve la Iglesia con otros ojos. También se ve el acercamiento a Dios, a la Iglesia, a los sacramentos. Hay como una primavera que dará frutos. Le hemos agradecido al Santo Padre que lo haya hecho posible, él lo hace porque Dios le ha dado este carisma y este don y lo pone al servicio de la Iglesia. No es una operación de marketing. Él es auténtico y quizá es lo que a la gente le llama más, la autenticidad, la coherencia y la normalidad.

El Santo Padre habla mucho de ir a las periferias, geográficas y existenciales, ¿cuáles cree que son las periferias de España?
--Cardenal Sistach: Tenemos muchas periferias. Está la de los hombres y mujeres que están lejos de Dios que es muy importante porque el hombre no solo vive de pan sino de la Palabra de Dios. Otra sería la carestía económica, la pobreza, la marginación. También está la violencia, de género u otros tipos, la prostitución, la sexualidad exacerbada. Son periferias donde hay falta de libertad, esclavitudes que degradan a la persona humana. Existe también la periferia de la soledad, tantas personas que viven juntas pero viven separadas o sin comunicación. Y es que existen periferias espirituales, económicas, sociales... Hay muchas pobrezas. Ahora vivimos también la periferia de tantos hermanos nuestros de África - que están cerca de España y de Europa, pero que Europa no le da mucho la cara sino que incluso a veces da la espalda -  y dejan sus países porque no hay trabajo y tienen que venir en pateras o saltando vallas para poder conseguir algo, como si Europa fuera la tierra prometida.

¿Han podido ver que el Santo Padre es conocedor de estas periferias de España? --Cardenal Sistach: El Papa conoce la realidad española, porque siendo de Argentina, tenemos lazos, vinculaciones y una cultura muy común. Hay muchos argentinos casados con españoles que tienen sus raíces aquí. Por otra parte, cuando los obispos hablamos con el Papa de nuestras diócesis hablamos de todo, no solo a nivel espiritual. Porque la diócesis es todo, porque la gente vive su vida y la vida toca todos los aspectos: social, económico, político, cultural. Y esto forma parte de la vida de las personas y de la Iglesia que vive en el mundo y tiene que dirigir su misión en un lugar concreto.

¿Pudieron ver ayer si el Papa conoce la situación política concreta de Cataluña?
--Cardenal Sistach: Por delicadeza y respeto al Santo Padre no voy concretar por el clima de reserva de este tipo de encuentros. Pero realmente al hablar de nuestra realidad, hablamos de todas las realidades. Entender que el hombre y la mujer no es solo algo espiritual, ni algo solamente corporal, sino que es un todo.

En estos meses hemos podido comprobar que la familia es otra gran preocupación. Se celebró ya el Consistorio extraordinario y ahora la Iglesia se prepara para los Sínodos, ¿cómo se está trabajando sobre este asunto?

--Cardenal Sistach: Ciertamente el Papa está preocupado por la familia, como lo estamos todos. La familia, que es la célula de la sociedad, es absolutamente necesaria para el bien de las personas, de la sociedad y de la Iglesia. La familia es apreciada por todos porque es un lugar donde las personas son queridas no por lo que valen sino por lo que son.
Concretamente en el Consistorio se trató de la familia pero fácilmente se polariza en el tema de los divorciados casados de nuevo y su participación en los sacramentos. Es una problemática importante pero es que previamente a esto hay otra cosa: ¿cómo formamos a los jóvenes? Hemos de procurar matrimonios que sean una íntima comunión de vida y amor, que duren para siempre. Por eso es importante procurar que no haya separaciones y se amen para que los hijos encuentren un nido, un clima adecuado para su formación.
La Iglesia tiene que aparecer como madre y como maestra, manifestar su misericordia a todos. Y también a nuestros hermanos que por circunstancias de la vida se han divorciado y luego se han vuelto a casar por lo civil o viven con otra persona y quieren participar en la eucaristía, educar a sus hijos en la fe cristiana, pero viene el problema de los sacramentos de la confesión y la comunión. Todo esto hay que tratarlo en el Sínodo, no como lo más importante, pero sí es importante. Y para el Sínodo de este año, el Santo Padre desea mucho que se vayan tratando estos temas y con la ayuda del Espíritu Santo se pueda hacer lo que se pueda hacer, porque la Iglesia no lo puede todo, porque la Palabra de Dios nos condiciona en el buen sentido de la palabra.
Por deseo del Santo Padre hay tres basílicas en el mundo que estamos rezando por todas las familias y por el trabajo de estos dos Sínodos. La de Nazaret, la de Loreto y la Sagrada Familia de Barcelona. Concretamente en la Sagrada Familia ya celebramos una misa el día de la familia, ahora en marzo hacemos la fiesta de San José, y vendrá el secretario del Sínodo de los obispos, el cardenal Baldisseri. Por otro lado hemos preparado paneles hablando de la familia, también hemos editado la carta de las familias con un logotipo diseñado por Gaudí que es una JMJ (Jesús, María y José). En este sentido estamos haciendo muchas cosas para pedir por las familias del mundo y el trabajo del Sínodo.