“Para Francisco los pobres son una cuestión de fe. Sé que algunos lo han definido marxista, pero debemos acordarnos de lo que los apóstoles dijeron a san Pablo, que fue donde los Doce a Jerusalén para saber si su predicación estaba en consonancia con el anuncio cristiano. Los apóstoles le dieron una única recomendación: ‘¡No te olvides de los pobres!’ Esta palabra de Dios no es marxismo»
Con estas palabras que monseñor Víctor Manuel Fernández, teólogo argentino y estrecho colaborado del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, comenta el primer aniversario de la elección de papa Francisco. Fernández trabajó con Bergoglio en la preparación del documento de Aparecida de la asamblea de los obispos latinoamericanos en el 2007. Monseñor Fernández ha publicado recientemente el libro Il progetto di Francesco. Dove vuole portare la Chiesa (El proyecto de Francisco. Dónde quiere llevar la Iglesia) de la Editrice Missionaria Italiana, fruto de un largo diálogo con Paolo Rodari, periodista de Repubblica.
“La Iglesia no puede estar en medio solo de algunos grupos, olvidando a los otros -explica Fernández, definido por diferentes observadores como «el teólogo de Bergoglio» vista su estrecha cercanía con el Papa-. No debe ni siquiera ocuparse solo de los pobres, pero por supuesto tiene que preocuparse de ellos: el cristiano debe ser amigo de los últimos, debe estar cerca al menos a algunos de ellos, sino se permanece como espectadores de la pobreza del mundo. Recuerdo un obispo que aquí en Argentina dijo a un grupo de monjas: ¿Pero qué hacéis allí, en ese barrio? Buscad uno más rico, allí para vosotras no hay futuro. Esto no es una mirada de fe, mientras que, sin embargo, Francisco tiene una mirada de fe. Él no quiere y no puede olvidarse de los pobres».
«Cuando Francisco pide a la Iglesia salir de sí misma e ir adelante entre la gente, lo hace por un motivo muy concreto: él sabe que el hombre se hace realmente a sí mismo y se realiza en plenitud cuando sale de sí. El hombre llega a sí mismo cuando sale de sí mismo. La Iglesia sale de sí misma cuando acoge el Evangelio y lo dona a los otros. La petición que Francisco hace a la Iglesia es anunciar el Evangelio «cuerpo a cuerpo». ¿Pero qué se entiende con esta expresión? -se pregunta Fernández-. Significa que el tiempo de los trabajadores de la Iglesia no se debe perder en reuniones o planes pastorales. Los hombres y mujeres de la Iglesia deben pasar el 90% de su tiempo encontrando personas: es así que el Evangelio puede llegar a la gente».
Respecto a la relación entre el entonces cardenal Bergoglio y Benedicto XVI, Fernández recuerda una anécdota de hace algunos años: «Bergoglio quería mucho al papa Benedicto. Un año, en el culmen de los ataques mediáticos contra su persona, me invitó a dar una homilía en el día de la Cátedra de San Pedro en la catedral de Buenos Aires. Me pidió expresamente hablar bien del papa Ratzinger. Veía que muchas personas no le querían y le criticaba. Él me dijo: Ayuda a mirar con fe a la figura del papa Benedicto. Le quería mucho a él y a su enseñanza».