La religiosa italiana Eugenia Giampaoletti, fue galardonada el sábado pasado con el Premio Vallesina, recibiendo la placa del Presidente de la República, por su trabajo en la provincia argentina de Santiago del Estero, más precisamente en el pueblo de Añatuya, en donde se encuentra desde hace más de 33 años, aunque en dicho país está desde hace más de cincuenta.
Interrogada por ZENIT si ahora que está en pensión se queda en Italia en lo de sus familiares, la religiosa fue categórica: «parto el 11 de agosto para Añatuya, me voy para morir a allí».
La de Añatuya es una zona con hermosos paisajes áridos, en la que falta casi todo, a mil kilómetros de Córdoba y a unos 200 de Santiago del Estero. En la diócesis de Añatuya el obispo Aldolfo Uriona festejó con alegría cuando supo del nuevo Papa. “Me conoce desde que tengo 20 años», dijo. Y añadió: «él me ordenó obispo”.
La web de la diócesis se indica que es «la zona más inhóspita de la provincia de Santiago del Estero con 68.000 Km2., alrededor de 150.000 habitantes (una densidad de 2,20 por ciento), esta gran extensión y poca población hace que vivan en pequeños poblados y en ranchos aislados rodeados de monte”.
La religiosa precisó que trabaja con niños, que se graduó como médico pediatra para poder estar más cerca de las necesidades de la gente, “aunque hay que trabajar también con los adultos” dijo.
Su nuevo objetivo es el de lograr reconstruir en Añatuya la ‘Casa degli Italiani soccorso mutuo Umberto di Savoia’ , abandonada desde hace muchos años, con la ayuda de sus parientes y amigos y compatriontas de su región natal, Le Marche. Ella es religiosa diocesana del grupo Nuestra señora de América.