El papa Francisco concluyó este lunes 18 de agosto su viaje de cinco días en Corea del Sur y partió hacia Italia a las 13 horas locales (las 5 de la mañana en Roma), desde la base aérea de Seongnam, situada al sur de Seúl.
El vuelo de casi 13 horas del Boeing 777 de la Korean Air está previsto que llegue a Roma algunos minutos antes de las 18 horas locales. En el avión el Santo Padre saludará y conversará con los periodistas que le han acompañado durante el histórico viaje, en el cual no faltaron invitaciones al diálogo y reconciliación, y a la unificación entre Corea, del norte y del sur del país.
En el aeropuerto, en una breve ceremonia, el Santo Padre se ha saludado con evidente afecto al cardenal Andrew Yeom Soo-jung, arzobispo de Seúl, y a los obispos de las 16 diócesis de Corea del Sur.
Estaba también allí el primer ministro surcoreano, Chung Hong-Won y otras autoridades locales. La presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, en cambio vio al Papa en la catedral de Myeong-dong, donde el Pontífice celebró la misa por la reconciliación y la paz entre el norte y el sur.
En el quinto y último día de su viaje apostólico, el papa Francisco encontró en el edificio de la vieja curia, a los líderes coreanos de distintas confesiones y religiones. El Santo Padre saludó a cada uno de ellos y dirigió unas breves palabras a todos los presentes.
El motivo de la visita fue la VI Jornada de la Juventud Asiática (JJA), que contó con la participación de 4 mil jóvenes coreanos y otros 2 mil provenientes de 22 países. El Santo Padre se reunió con ellos por primera vez en el Santuario de Solmoe, donde les habló de la vocación, del Padre misericordioso y rezó con ellos por la unidad e Corea. La VI Jornada Asiática de la Juventud concluyó con la misa del Papa en el castillo de Haemi, en la que invitó a los jóvenes a dar testimonio de su fe al mundo.
Otro de los momentos principales del viaje apostólico fue en la Puerta de Gwanghwamun en Seúl, donde fue la beatificación de Paul Yun Ji-Chung y de 123 compañeros mártires. Además de la santa misa en el estadio World Cup Stadium, en la ciudad de Daejon, a la que participaron unas 50 mil personas que acogieron al Santo Padre con gran entusiasmo. Allí Francisco, rezó además la oración del ángelus y exhortó a los presentes a ser “heraldos gozosos del alba de un mundo de paz”. También tuvo mucha reprecusión la visita del Pontífice al Centro «House of Hope», en en Kkottongna, donde abrazó a enfermos y discapacitados.
No faltaron gestos que llamaron la atención, como cuando el Santo Padre bajó del papamóvil para saludar a los familiares de las víctimas del ferry Sewol; o cuando el Pontífice renunció al helicóptero que le tenía que llevarle desde Seúl hasta Daejeon y prefirió viajar en tren, que resultó ser de alta velocidad; y cuando hizo detener su auto para rezar en silencio delante del cementerio para niños abortados.
También es la primera vez que un pontífice vuela sobre territorio de China continental, al haber obtenido de Pekín la autorización, que en cambio le había sido negada a Juan Pablo II, y que podrían abrir perspectivas concretas de diálogo con el régimen existente.