El cardenal Antonio Cañizares Llovera ha sido nombrado hoy, por el santo padre Francisco, nuevo arzobispo de Valencia. El purpurado, desde 2008 prefecto de la Congregación por el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, deja el Vaticano y regresa a la archidiócesis española que le vio nacer.
Así, se dirige a través de una carta enviada a la Iglesia de Valencia a sus «queridos diocesanos, queridos hermanos y amigos». Esta Iglesia, afirma en la misiva, «a la que tantísimo le debo y nunca pagaré cuanto de ella he recibido, ahora se me da y recibo como gran regalo».
El cardenal reconoce que no va a «una tierra desconocida», sino que «vuelvo a mi casa». Y vuelve para ser, «en comunión con el Papa y con todos mis hermanos obispos, pastor, padre y hermano de la porción del pueblo de Dios que, por pura gracia, se me ha confiado» y también para «servir y hacer todo lo que pueda desde ahí, sin regatear esfuerzos, por nuestra querida España, en momentos que reclaman que todos sumemos nuestra aportación decidida a su bien común».
Además, el nuevo arzobispo de Valencia asegura que su mayor, más constante y empeñado servicio no será otro que «el servicio de la fe, inseparable del servicio de la caridad para con todos, con predilección por los pobres». Y así contribuirá «a alentar la esperanza, de la que, a veces, andamos tan necesitados y escasos».
Por otro lado, el cardenal Cañizares asegura que «no llevo en mi cartera ningún proyecto preconcebido y prefabricado; sólo estar atento a Dios y sus signos y cumplir lo que Él diga». Aunque sí afirma que va a ser de todos y para todos, sin excepción, pero con dos predilecciones: los pobres, los que sufren, los que se encuentran solos y sus queridísimos y admirados sacerdotes.
Un gran desafío, el de «la unidad», será enfrentado por el cardenal según indica en su carta. «La unidad, en primer lugar, en la Iglesia: que seamos y estemos unidos como una piña para evangelizar y así recobrar el vigor de una fe vivida», afirma. El purpurado dice también llevar consigo una gran preocupación: «España misma». Y así, asegura que lo que moverá su actuación, «será únicamente anunciar y ofrecer el Evangelio destinado a todos». Al respecto ofrece su colaboración comprometida, leal y libre «con cuantos tienen o ejercen responsabilidades y funciones sociales y políticas» que se enfrentan ahora «a tan importantes y decisivos problemas, afectadas ambas todavía por una severa crisis económica, a la que subyace una profunda crisis moral y humana, que urge superar».
Saludando a los fieles de la arquidiócesis, de forma particular a «los pobres, los más humildes, los enfermos, los ancianos, los que no tienen trabajo, los rotos y desalentados, los que viven sin esperanza o despojados del amor, los desarraigados, los marginados, los que viven en la soledad o sufren la incomprensión, los nuevos pobres de la sociedad secular conformada casi exclusivamente por la economía y la técnica, cuantos sufren, en fin, por la causa que sea», el cardenal indica que, desde este preciso momento, «los gozos y alegrías, las tristezas y los sufrimientos vuestros, son también míos».
Así, el cardenal Cañizares indica que quiere ser «obispo, padre, pastor y hermano de los pobres y desamparados, de los que sufren, de los que se sienten o son excluidos: es la única manera de ser de todos».
Y teniendo en cuenta el momento histórico-social que vivimos, el purpurado pide «de lo Alto que se me conceda contribuir, modestamente y sin reservarme nada, a que mis nuevos y queridísimos diocesanos sepan “recobrar el vigor pleno del Espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano».
Por otro lado, el nuevo arzobispo de Valencia da las gracias a su predecesor, monseñor Osoro, «porque no has vivido para ti, sino para esta Iglesia, y te has sacrificado por ella hasta la extenuación». Y así, el cardenal Cañizares saluda a autoridades civiles, militares, judiciales y universitarias de la Comunidad de Valencia, de la Generalitat Valenciana, de la ciudad de Valencia y de la provincia. «Estáis desempeñando una tarea muy noble, imprescindible, muchas veces muy difícil, en momentos nada fáciles, que quiero y debo agradecer y alentar; ¡cuánto os necesitamos para el bien común!», indica en la carta. Además, saluda también a las universidades de la archidiócesis, recordando que «la tarea universitaria, es muy «necesaria para la edificación o reconstrucción de una nueva sociedad y para la formación de las nuevas generaciones».
A los sacerdotes, les pide que le sientan «ya a vuestro lado, dispuesto a compartir vuestras ilusiones y esperanzas sacerdotales, los momentos difíciles, las alegrías y los sufrimientos inherentes al ministerio, la amistad; me anima el trabajar codo con codo y sin desmayo con vosotros en la edificación de la Iglesia». Asimismo, dedica unas palabras a los seminaristas «¡Qué gozo y qué consuelo y alivio tan grande se siente cuando se sabe que Valencia tiene unos seminarios como estos! ¡Adelante, sin miedo, seguid a Jesús, queridos seminaristas! Merece la pena».
También saluda a los religiosos y religiosas enviando «mi reconocimiento, mi cercanía, mi confianza en vuestras personas y en vuestra abnegada y fiel colaboración y mi agradecimiento por vuestro valiosísimo testimonio de vida evangélica y por vuestra oración».
Saluda a los catequistas, profesores de Religión, educadores, maestros, equipos de animación litúrgica, los que trabajan en las acciones caritativas y sociales de la Iglesia, a los movimientos y asociaciones apostólicas, a las nuevas realidades eclesiales… A todos los fieles cristianos laicos, familias, ancianos y niños, adultos y jóvenes, «a los que mi vida va a quedar unida desde ahora con estrecho lazo de unidad y de paternidad en Cristo, os saludo y os abrazo lleno de gozo, con todo amor y cariño hacia cada uno de vosotros, con corazón abierto y con una gran esperanza».
A los medios de comunicación social, también dedica unas palabras con reconocimiento y gratitud «en su servicio a la verdad que hace libres y colaborar en la edificación de una sociedad sana y en convivencia».
Del mismo modo, el cardenal Cañizares saluda de forma explícita y viva a los jóvenes. Advirtiendo que les han tocado tiempos difíciles, les recuerda que Jesucristo «es el camino que buscáis, el que os conduce a la felicidad que anheláis». Y asegura que «deseo hacer y seguir este camino a vuestro lado, con vosotros, compartiendo vuestros gozos y esperanzas».
Finalmente, el purpurado tiende su mano en saludo de amistad y abre su corazón como signo de cercanía «a todos los valencianos y a cuantos viven en nuestra diócesis, como los emigrantes, de cualquier condición, creyentes y no creyentes».
Para concluir su mensaje a la Iglesia de Valencia, su nuevo arzobispo asegura que «con fe gozosa iré a vosotros para contribuir a la edificación de la Iglesia». Y les pide que recen por Madrid, por el arzobispos Carlos Osoro, por Valencia, por España y por él, así como él les encomienda de manera muy particular. En manos de la Santísima Virgen de los Desamparados, pone «las mejores ilusiones de mi servicio pastoral».