La acogida del inmigrante no es solamente un acto de humanidad sino una necesidad real, que se impone a la comunidad de todo el mundo. Es este, en definitiva, un punto de vista compartido también por la Iglesia Católica, como ha surgido en el Meeting que tiene lugar estos días en la ciudad italiana de Rímini, durante la primera mesa redonda de este lunes, sobre el tema La inmigración y la necesidad del otro.
Tal y como subrayaron monseñor Michele Pennisi, arzobispo de Monreale (Palermo) y monseñor Silvano Maria Tomasi, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, por un lado es necesario abandonar el concepto de inmigración como problemática a carga exclusiva de las autoridades y sin ninguna responsabilidad por parte de los ciudadanos. Por otro lado va enmarcada en un contexto global, superando visiones localistas demasiado limitantes.
Según el arzobispo de Monreale, son tres las actitudes recurrentes en particular entre los italianos sobre el tema migratorio. En primer lugar, hay quien muestra una actitud de prejuicio hostil y cree que los recursos que el Estado invierte para los inmigrantes deberían ser destinados a los ciudadanos italianos, especialmente si están desempleados o socialmente desfavorecidos.
Al mismo tiempo, hay quien está abierto a los extranjeros pero en una óptica totalmente utilitarista, en la medida en la que se prestan a los trabajos de mano de obra que los italianos no quieren hacer: esta actitud favorece notablemente fenómenos de explotación, especialmente en campos como la construcción o la agricultura.
La actitud que propone la Iglesia es, sin embargo, la de la acogida incondicional y desinteresada en lo relacionado con todos los "hermanos en dificultad".
Monseñor Pennisi además ha recordado las circunstancias en las que maduró la visita del papa Francisco a Lampedusa en julio de 2013, tras la visita ad limina en la que los obispos sicilianos denunciaron el drama de la inmigración de la costa meridional del Mediterráneo.
Cuando el Santo Padre afirma "sentir vergüenza", no se refiere exclusivamente a las culpas de los responsables de las tragedias en el mar, que han hecho del Mediterráneo un "gran cementerio", sino pretende en primer lugar suscitar una "asunción de responsabilidad", ha observado el prelado siciliano.
Por su parte, monseñor Tomasi ha subrayado sobre todo el alcance global del fenómeno migratorio, cuyo impacto es mucho mayor que el percibido: en todo el mundo, de hecho, una persona de cada siete ha emigrado dentro del propio país o al exterior.
Cada cristiano debe preguntarse cuál es la propia "actitud de acogida", ha dicho Tomasi, subrayando cómo el "camino común" de migrantes y comunidades de acogida deba salir desde el "mutuo conocimiento".
Un fenómeno que se debe evitar, ha añadido el prelado, son las "manipulaciones electorales" que "crean fantasmas" en lo relacionado con los inmigrantes, donde el objetivo primario es el de "exorcizar el miedo por el otro" y el inmigrantes tiene también una "función social".
Se debe ampliar también la "participación" de los ciudadanos en la gestión de la migración, ya que no afecta solo a una "parte de la población", sino para toda la comunidad, así como no se debería repetir el error de la creación de guetos de inmigrantes en realidades periféricas, que favorecen el crecimiento del fundamentalismo entre los ciudadanos europeos, como lo demuestran las recientes trágicas noticias de Oriente Medio.
Durante la conferencia de prensa, monseñor Tomasi exhortó a los periodistas a conocer la realidad de las migraciones en el mundo de forma más profunda, por ejemplo, documentando cuáles son las "situaciones imposibles" que empujan a muchos pueblos a dejar sus países.