El niño chileno sanado por la intercesión de Álvaro del Portillo

José Ignacio y su familia asistirán mañana en Madrid a la beatificación del sucesor de san Josemarí­a y portarán las reliquias del nuevo beato

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La familia Ureta Wilson portará las reliquias de D. Álvaro del Portillo en la ceremonia de beatificación del primer sucesor de san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, que tendrá lugar mañana en Madrid. La curación de su hijo José Ignacio tras un paro cardíaco de más de media hora fue declarada milagrosa por  el papa Francisco el pasado 5 de julio de 2013. 

“Esta situación, esta historia, nos ha unido mucho más como matrimonio y como familia, haciendo que nuestro amor por Dios sea más constante y profundo”, ha explicado hoy su madre, Susana Wilson.

Por su parte, el padre del pequeño, Javier Ureta, se ha mostrado agradecido al futuro beato y ha declarado que por eso está en Madrid, para dar gracias: “Nos hizo tanto bien esta situación, que sabiendo el final, la volveríamos a vivir por el bien que nos trajo a todos”.

En rueda de prensa, la madre del niño curado milagrosamente ha recordado también cómo, conforme iban rezando la estampa de Álvaro del Portillo, recomendación dada por la abuela materna, su hijo mejoraba: “No perdí la esperanza y le pedí a todos mis amigos que le rezaran, y José Ignacio se recuperó. Para que un milagro se haga real hay que encomendarse a un solo santo y a nadie más, y rezarle con esperanza”.

Finalmente, el padre de José Ignacio ha contado cómo se encuentra su hijo actualmente: “Ahora corre, salta, es un niño normal y así le tratamos, pero sí tiene un sentido sobrenatural de agradecimiento a Dios. Para él, Álvaro del Portillo es un padre que siempre le acompaña”. Y su  madre ha recalcado: “Por eso a nuestro hijo pequeño le pusimos Álvaro, por agradecimiento al futuro beato”. 

José Ignacio nació el 10 de julio de 2003 con un análisis clínico grave en Santiago de Chile y dos días después de su nacimiento fue sometido a una operación. Pero durante su recuperación, al cabo de poco tiempo, su situación empeoró. La noche del 29 de julio tuvo una crisis epiléptica y los médicos decidieron realizar una intervención cardio-quirúrgica paliativa. Tras ella, el día 2 de agosto, José Ignacio entró en paro cardíaco durante más de media hora pero las oraciones a Álvaro del Portillo hicieron que se produjera el milagro que hace posible su beatificación.

La declaración de la curación como milagrosa ha pasado un largo y exhaustivo proceso, primero en la diócesis de Santiago de Chile y posteriormente en la Santa Sede, donde fue examinado por el Consejo de médicos y el examen de los teólogos de la Congregación de las Causas de los Santos. Por último, los cardenales y obispos miembros de la Congregación de las Causas de los Santos dictaminaron que está probado sólidamente que el caso debe ser considerado como un milagro.

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ZENIT Staff

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