¿Cuántas personas, en las muchas periferias existenciales de nuestros días, están 'cansadas y derrotadas' y esperan a la Iglesia, ¡nos esperan a nosotros! De esta forma ha querido interpelar el santo padre Francisco a los participantes del encuentro internacional "El proyecto pastoral Evangelii gaudium" organizado por el Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización, a quienes ha recibido esta tarde en el Aula Pablo VI.
¿Y cómo alcanzarles?, se ha preguntado. A propósito, Francisco ha querido recordar las palabras de su exhortación apostólicas donde señala que el Papa invita a toda la Iglesia a recoger los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece sin descanso. Por eso, el Santo Padre ha insistido en que en medio de las realidades negativas, "que como siempre hacen más ruido, nosotros vemos también signos que infunden esperanza y dan valor".
A propósito, Francisco ha recordado a los presentes cuántas personas viven con mucho sufrimiento y piden a la Iglesia ser signo de la cercanía, de la bondad, de la solidaridad y de la misericordia del Señor. "Esta es una tarea que de forma particular incumbe a los que tienen una responsabilidad pastoral: al obispo en su diócesis, al párroco en su parroquia, a los diáconos en el servicio a la caridad, a los y las catequistas en su ministerio de transmitir la fe...", ha explicado. Y ellos, "están llamados a reconocer y leer estos signos de los tiempos para dar una respuesta sabia y generosa", ha añadido.
Por otro lado, ha advertido del riesgo de "asustarnos y de cerrarnos en nosotros mismos con una actitud de miedo y defensa". Porque es allí, "donde nace la tentación de la suficiencia y del clericalismo, ese codificar la fe en reglas e instrucciones, como hacían los escribas, los fariseos y los doctores de la ley en tiempo de Jesús". Francisco ha proseguido observando que, "tendremos todo claro, todo ordenado, pero el pueblo creyente que busca continuará teniendo hambre y sed de Dios".
El Santo Padre ha mencionado esa metáfora que ya ha usado otras veces sobre la Iglesia como un hospital de campo en el que hay mucha gente herida, "que nos piden cercanía, nos piden lo que pedían a Jesús, cercanía, proximidad. Y con esta actitud de los escribas, doctores de la ley, fariseos, nunca, nunca, daremos un testimonio de cercanía".
Un segundo aspecto sobre el que ha reflexionado el Papa es la parábola del patrón de una viña que salió de casa varias veces al día para buscar obreros. "Había mucha necesidad en la viña y este señor pasó casi todo el tiempo yendo por las calles y las plazas del pueblo buscando trabajadores", ha indicado. Al respecto, ha invitado a pensar en los que buscó a última hora, "nadie les había llamado, quién sabe cómo podían sentirse, porque al final del día no habrían llevado a casa nada para dar de comer a los hijos". Por esta razón, el Santo Padre ha dicho que esta parábola es un buen ejemplo para los responsables de la pastoral.
Otro aspecto profundizado por el Santo Padre ha sido a través de una advertencia: "no acudamos a la voz de las sirenas que llaman a hacer de la pastoral una serie convulsa de iniciativas, sin conseguir recoger lo esencial del compromiso de la evangelización". Francisco ha señalado que a veces parece que estamos más preocupados por multiplicar las actividades más que por ser atentos con las personas a su encuentro con Dios. "Una pastoral que no tiene esta atención --ha indicado-- se hace estéril poco a poco". Asimismo ha querido recordar que una pastoral sin oración y contemplación no podrá nunca alcanzar el corazón de las personas.
El Pontífice ha reconocido: "Sé que todos vosotros trabajáis mucho, y por esto quiero dejar una última palabra importante: paciencia. Paciencia y perseverancia". Y es que el Papa ha subrayado que no tenemos la "varita mágica" para todo, pero tenemos la confianza en el Señor que nos acompaña y no nos abandona nunca.
Por eso, el Santo Padre ha pedido no olvidar que "la ayuda nos viene, en primer lugar, precisamente de los que son acercados y sostenidos por nosotros". Y así ha pedido hacer el bien, "sin esperar la recompensa".
Finalmente, el Obispo de Roma ha recordado a los presentes que "las palabras sin el testimonio no valen, no sirven. El testimonio es lo que da valor a la palabra".