El presidente de Estados Unidos (EEUU), Barack Obama, ha presentado este jueves su plan de reforma de la ley de inmigración, que evitará la deportación de cinco millones de indocumentados.
Tras realizar un repaso de los éxitos de su política migratoria, Obama ha hecho hincapié en la necesidad de deportar a los sospechosos de terrorismo, criminales violentos y miembros de la mafia pero ha mantenido la necesidad de cambiar el foco en lo referente a las familias, para proteger su unidad.
En un discurso cargado de referencias a la tradición de EEUU como país receptor de inmigrantes, el presidente norteamericano ha señalado que la protección de los padres inmigrantes de hijos nacidos en Estados Unidos se hará efectiva sólo para aquellos que lleven al menos cinco años en el país y los jóvenes que llegaron antes de cumplir los 16 años.
Frente a las críticas recibidas dentro y fuera de su partido, Obama ha instado a los congresistas a trabajar unidos para reparar «un sistema migratorio roto» pero, mientras tanto, hará uso de su capacidad legislativa para transformar en ley la propuesta. «Tengo la autoridad como presidente para dar este paso como lo han hecho otros presidentes antes que yo», ha declarado. Esta es la mayor acción de este tipo desde la que decretó en 1986 Ronald Reagan.
Por su parte, el arzobispo de Miami, Mons. Thomas Wenski, ha expresado su beneplácito ante el anuncio hecho por el mandatario estadounidense: «Creo que este es un paso importante. Va a afectar a un buen número de personas y darles alivio, lo que es positivo, y los pone una especie de patrón de espera para que después ellos puedan llegar a una vía de ciudadanía y residencia permanente». «Sólo necesitamos que el Congreso actúe», ha señalado Mons. Wenski.
En Miami, ciudad que alberga a muchos latinoamericanos, el discurso de Obama ha sido recibido con optimismo y felicidad por la gran mayoría de las personas que se verán beneficiadas.
A partir de 2015 podrán solicitar un receso temporal de la deportación y obtener un permiso para trabajar durante tres años aquellos inmigrantes padres de un ciudadano estadounidense o con permiso de residencia que hayan llegado al país antes de enero de 2010 siempre y cuando pasen a formar parte de un registro en el que quedarán recogidos sus datos biométricos, cumplan con la verificación de antecedentes y paguen las tasas correspondientes.