El padre dominico Pedro Meca Zuazu, conocido como el capellán de los vagabundos de París, falleció este martes en la capital gala. El religioso español ejerció su labor solidaria en La Moquette, un centro que se encarga de ofrecer a las personas sin techo un clima de acogida y escucha. Allí se dedicó a vivir con los más pobres, devolviéndoles la dignidad perdida y la autoestima. «Anunciamos con tristeza la muerte de nuestro hermano Pedro Meca, compañero en la noche de los que no tenían nada. Un mendicante entre los pobres», informó la Orden de Predicadores en Francia.
Hace unos años, el capellán de los vagabundos de París aseguraba que «se puede no tener nada y aportar muchas cosas». Así, explicaba que «los sin hogar pueden enseñar muchas cosas. De la gente pobre sólo se ven las necesidades y cómo llenarlas: no tienen casa, no tienen qué comer, no tienen vestido…Mi relación no es esa, es encontrarme con alguien con sus potencialidades, su saber, su cultura, sus gustos, sus pasiones, lo que le interesa. La persona en su globalidad, no el enfoque de ‘¿qué necesita de mí?’. Ellos pueden y tienen que aportar. Un principio fundamental es que puedan dar, que puedan participar en acciones de solidaridad».
En una entrevista, el dominico afirmaba también: «Yo creo en Jesucristo; mi fe está en el Evangelio, que es para mi un motor que no puede contentarse con que lo esencial es servir al otro, al más pobre. A partir de este principio cada uno tiene que desarrollar su dignidad. Se le puede ayudar al pobre pero no aplastándolo sobre la bondad. Esta es, con frecuencia, la expresión de una caridad muy mal entendida. Hay que servir al otro pero hay que darle y buscar con él la oportunidad de que sea alguien. No hay que darle solo de comer, sino ayudarle a que se realice. Cada uno tenemos algo que aportar al mundo».
Pedro Meca nació en Villava en 1935, aunque a los 17 años se fue a París en busca de su madre, lugar donde en 1992 fundó La Moquette, sede de la Association les Compagnons de la Nuit (los Compañeros de la Noche), además de participar en algunos proyectos con el sacerdote Henri Grouès, conocido como Abbé Pierre, creador de los Traperos de Emaús.
Con los Compañeros de la Noche, una organización compuesta por trabajadores sociales y voluntarios, el religioso dominico promovió La Moquette, un lugar desde donde se trata de «romper el aislamiento» de los desfavorecidos, con o sin hogar.
Desde La Moquette organizó encuentros nocturnos, espacios de intercambio y creación, conferencias y debates o actividades culturales como un taller de escritura o una rueda de prensa en la que un periodista comentaba las noticias y ayudaba a «despertar el espíritu crítico» de los asistentes.
Este lugar nunca fue «un refugio», pues no ofrece ni una cama para dormir ni dinero, ropa o alimentos, sino que se centra en las necesidades relacionales, y trata de acoger tanto a los sin techo como a los transeúntes, estudiantes o periodistas.
El proyecto del padre Meca pretendió «romper el gueto de lo social» para abrirse al conjunto de la sociedad y aproximar unos ciudadanos a otros. Uno de sus pilares fue siempre que «luchar por algo, es mejor que contra algo», y que para luchar contra lo que domina a las personas, como es el caso de la droga, es necesario descubrir algo «más fuerte e interesante».