El Santo Padre es consciente de la importancia crucial del momento presente en Colombia, en donde «con esfuerzo renovado y movidos por la esperanza, están buscando construir una sociedad más justa y fraterna: una sociedad en paz”. Lo dice en una carta enviada al episcopado colombiano, firmada por el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin.
A través de esta misiva, el Papa invita a los colombianos a “ser colaboradores en la obra de la paz que nace del amor de Dios por la humanidad”, a “seguir trabajando en favor de la justicia, de la fraternidad, de la solidaridad, del diálogo y del entendimiento», a “luchar sin descanso contra toda forma de injusticia, de inequidad, de corrupción, de exclusión, males que destruyen la vida misma de la sociedad”. Asimismo, el Papa “manifiesta gran afecto, cercanía y solidaridad, a quienes han padecido las consecuencias del conflicto armado en todas sus expresiones”.
Francisco anima a asumir el riesgo de convertir toda la Iglesia, cada parroquia y cada institución, en un «hospital de campo», en un «lugar seguro en el que se puedan reencontrar quienes experimentaron las atrocidades y quienes actuaron desde la orilla de la violencia”. Que en la Iglesia –añade– todos hallen sanación y oportunidades para recuperar la dignidad perdida o arrebatada. Que allí “se haga posible el arrepentimiento, el perdón y la decisión de no reproducir nuevamente la cadena de la violencia”. Que aquellos que actuaron desde la violencia, “allí puedan reconocer las dolorosas consecuencias de sus acciones, con las cuales no solamente han hecho daño a las víctimas, sino que han herido asimismo su propia dignidad humana”.
Hay que forjar la paz –se afirma en la carta– partiendo desde quienes viven la marginalidad y la pobreza extrema, desde quienes no son incluidos en la sociedad. “Edificar una paz estable y duradera significa también trabajar por unas sanas relaciones en las familias, afectadas hoy por preocupantes situaciones de violencia para que, trasformadas por la fuerza del Evangelio, sean semilla y escuela de una cultura de paz y de reconciliación”, indica.
Y añade que “ha de seguir adelante animando su compromiso con los desplazados, con los sobrevivientes de las minas antipersona, con quienes han sufrido el despojo de sus bienes, con los secuestrados, con todas las personas que han padecido en diversas formas, y también con las víctimas de décadas de injusticia, inequidad y marginación”.
Finalmente, en la misiva, el Santo Padre desea transmitir estas reflexiones “al amado pueblo colombiano, a sus pastores y a sus autoridades, en espera de poder encontrarlos pronto, durante uno de sus viajes a América Latina, para llevarles personalmente el mensaje de paz de Cristo, el Señor”. (RL) (HSM)