Esta semana se cumplen veintiún años de uno los episodios más aberrantes, sanguinarios y atroces de la historia reciente: el genocidio de Ruanda.
Fue tal la ola de violencia que se desató en el país africano el 6 de abril de 1994 que, en menos de cinco meses, fueron asesinados entre 800 mil y un millón de tutsis (y hutus moderados), provocando, además, más de dos millones de refugiados según los datos oficiales. El 85 por ciento de la población, los hutus, agredió, torturó y aniquiló de manera sistemática al otro 15 por ciento tutsi con un objetivo claro: exterminarlos.
En la Misa de apertura de la asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos del 10 de abril de 1994, Juan Pablo II recordó de modo particular al pueblo y a la Iglesia ruandesa “probados en estos días por una impresionante tragedia” tras el asesinato del presidente de Ruanda.
“Con ustedes, obispos, comparto el sufrimientos frente a esta nueva catastrófica onda de violencia y de muerte, que golpea este amado país, ha hecho fluir en proporciones impresionantes también la sangre de sacerdotes, religiosas y catequistas: víctimas de un odio absurdo”, añadió.
“Junto a ustedes, reunidos en este Sínodo Africano, y en comunión espiritual con los obispos de Ruanda que no han podido estar hoy con nosotros, siento el deber de realizar un llamamiento para que se detenga la mano homicida de los violentos. Con ustedes elevo mi voz para decir a todos: ¡Basta con estas violencias! ¡Basta con estas tragedias! ¡Basta con estos asesinatos fratricidas”, clamó el Pontífice polaco.
“En Ruada y en Burundi, duramente probados en estos últimos tiempos, como también en todo África, la Iglesia está llamada a dar su valiosa e insustituible contribución para promover una urgente y radical obra de reconciliación, que haga del Continente africano una tierra donde reine la paz y el amor por la vida”, indicó el Papa santo.
Veintiún años después de un genocidio perpetrado ante la indiferencia mundial, la Iglesia en Ruanda se afana en la reconciliación del país, en fomentar el perdón entre hutus y tutsis.
“Exhorto a todos a hacer acopio de valor para actuar antes de que las situaciones se deterioren, basándose en nuestra responsabilidad moral colectiva. Ello es decisivo para el mantenimiento de la paz y la seguridad mundiales”, ha afirmado este martes el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, con motivo del Día Internacional de Reflexión sobre el Genocidio Cometido en Ruanda.
En su mensaje para la ocasión, Ban Ki-moon ha indicado que la jornada también reconoce el dolor y la fortaleza de los que sobrevivieron a esa masacre.
Pero, sobre todo, es un día para llamar a la comunidad internacional a que no se limite a hablar de las atrocidades sin adoptar medidas oportunas para prevenirlas.
Por ello, ha recordado que son muchos los países que en estos momentos se enfrentan a graves amenazas de seguridad y que hay personas sometidas a la brutalidad de los conflictos armados y las humillaciones de la pobreza.
Por último, el titular de la ONU ha lamentado que la discriminación persiste y que el odio puede manifestarse en forma de racismo institucionalizado, luchas étnicas o episodios de intolerancia o exclusión.