El obispo de Hong Kong, el cardenal John Tong Hon, anunció que durante la Vigilia Pascual recibieron el bautismo 3600 nuevos adultos católicos. Lo hizo en su carta pastoral con motivo del Domingo de Resurrección, que recoge Asia News, donde señala que “cada vez más católicos se están comprometiendo con alegría en la profundización de la doctrina, la Escritura y la teología. De este modo podrán participar en la misión de la Iglesia haciéndose catequistas voluntarios y podrán difundir las semillas del Evangelio con sus palabras y sus acciones. Nuestra diócesis está realmente siguiendo el camino de la Iglesia universal”.
Además, el purpurado de la antigua colonia británica se felicita por poder vivir “en una sociedad libre”, donde “diversas instituciones y diversos medios de comunicación pueden nutrir nuestra fe, pueden ayudarnos a profundizarla y gracias a las cuales podemos aprender cómo difundir el Evangelio”.
Aunque en el resto del país, bajo el régimen comunista, las dificultades son numerosas, el cardenal Tong Hon señala a sus fieles dos iniciativas evangelizadoras que ha conocido en sus recientes visitas y que demuestran la vitalidad de los católicos en el gigante asiático, a pesar de las persecuciones.
La primera de ellas tiene como protagonista a un joven sacerdote, que “no fue un gran estudiante en el seminario” pero sí muy “humilde y ferviente”. Este fue destinado a una zona rural en el norte de China. Allí, consciente de sus propias limitaciones como orador –apunta el purpurado–, dividió a los católicos de su parroquia en dos grupos.
“Los neo-bautizados tienen la responsabilidad de invitar a amigos y vecinos no católicos a la iglesia, para acercarlos al catecumenado. Los otros están encargados de enseñar la doctrina católica a los catecúmenos. Mientras tanto, él permanece en una pequeña capilla rezando con mucho fervor hasta la finalización de las clases de catecismo. El resultado es que cada año está bautizando a ¡más de mil nuevos católicos!”, relata el obispo de Hong Kong.
La segunda historia tiene lugar en el noreste del país, donde un católico ha iniciado una campaña misionera sin llevar comida ni dinero. Primero predica el Evangelio y luego pide limosna para comer, y por la noche duerme delante de las puertas de las casas.
Su fervor apostólico ha logrado más de mil conversiones, así que cuando llega a una ciudad busca un sacerdote y le pide que le acompañe para bautizar a los conversos del lugar. La fama de este hombre se está extendiendo con rapidez, a pesar de que él quería actuar con discreción, por el riesgo que entraña llamar la atención del Partido Comunista Chino.
En el país de los Juegos Olímpicos de 2008 todos los obispos fieles a Roma están bajo vigilancia, encarcelados o desaparecidos. Hay 12 millones de católicos, la mitad pertenecen a las comunidades clandestinas. Se calcula que, con o sin persecución, los cristianos en China para el año 2030 sean unos 120 millones.
Por otra parte, el número de ciudadanos surcoreanos bautizados según el rito católico se incrementó el año pasado, un hecho que ocurre por primera vez desde 2010. La Conferencia Episcopal de Corea del Sur atribuye la subida al efecto de la visita del papa Francisco, que en agosto visitó el país durante cinco días para asistir a una reunión de jóvenes católicos de Asia y a la beatificación de los mártires coreanos.
Según las estadísticas oficiales, presentadas este miércoles por los obispos, durante 2014 fueron bautizados en el país un total de 124.748 católicos (incluyendo niños y adultos), un 5 por ciento más de la cifra correspondiente al año anterior.
Éste es el primer incremento después de cuatro años consecutivos de descensos, con caídas del 10,4 por ciento en 2010, 4,3 por ciento en 2011, 1,8 por ciento en 2012 y 10 por ciento en 2013.
Las estadísticas muestran también que, el año pasado, la población católica de Corea del Sur se incrementó en un 2,2 por ciento, hasta sumar 5,57 millones de personas, que representan un 10,6 por ciento de la población total del país.
En ningún sitio hay un crecimiento del catolicismo como en Corea. En 1981 había 1,4 millones de fieles; hoy son casi el cuádruple.