Vaticano: la paz no puede basarse en la amenaza de la destrucción total

El observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas advierte que el desarme nuclear no es fácil, pero no hay otra alternativa

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Monseñor Bernardito Auza, observador del Vaticano ante las Naciones Unidas, ha recordado que la Santa Sede ha trabajado y sigue trabajando por un mundo sin armas nucleares. Lo ha hecho durante la Conferencia “Las armas nucleares y el alcance moral” este jueves 9 de abril, en la sede de la ONU en Nueva York. 

De este modo, comenzó su intervención señalando que desde que surgió la era nuclear, la Santa Sede ha expuesto cada vez más el argumento moral contra la posesión y uso de armas nucleares, “debido a las consecuencias humanitarias incalculables e indiscriminadas de esas armas” y que “su uso está claramente en contra del derecho internacional humanitario”. Por ello, mencionó las intervenciones al respecto de Juan XXIII en Pacem in Terris; Pablo VI y su “nunca más guerra”, Juan Pablo II en su mensaje a las Naciones Unidas en 1982, o Benedicto XVI en 2006 en el mensaje del Día Mundial de la Paz. También recordó las palabras del papa Francisco en su mensaje al presidente de la Conferencia de Viena sobre el impacto humanitario de las armas nucleares en diciembre de 2014: “Estoy convencido de que el deseo de paz y de fraternidad implantado en el corazón humano dará fruto en formas concretas para garantizar que las armas nucleares se prohíban de una vez por todas, para el beneficio de nuestro hogar común».

A continuación, monseñor Auza insistió en que esta Conferencia tiene la misión de estudiar el desarme nuclear desde un punto de vista moral, y por eso cuentan con la participación de personalidades de distintas confesiones religiosas.

Recordando nuevamente la Conferencia de Viena del año pasado, el arzobispo recordó la intervención de la Santa Sede en aquella ocasión. De este modo, se explicó que “los tratados de desarme no son solo obligaciones legales justas; son también compromisos morales basados en la confianza entre los Estados, arraigados en la confianza que los ciudadanos depositan en sus gobiernos”.

El documento presentado en esa ocasión partía de la premisa de que si los compromisos de desarme nuclear no se hacen de buena fe y el resultado es un abuso de confianza, la proliferación de esas armas será la consecuencia lógica. “Por nuestro propio bien y el de las generaciones futuras, no tenemos otra opción razonable y moral que no sea la abolición de las armas nucleares. Las armas nucleares son un problema global y su impacto en todos los países y todos los pueblos, incluidas las generaciones futuras”, aseguró monseñor Auza.

Por otra parte, observó que “la creciente interdependencia y la globalización exigen que cualquier respuesta que tengamos frente a la amenaza de las armas nucleares sólo puede ser colectiva y basada en la confianza recíproca”. Asimismo advirtió que “a pesar de algunos avances, el desarme nuclear se encuentra actualmente en crisis”.

El arzobispo también indicó que “la paz y la estabilidad internacionales no pueden basarse en la destrucción mutua asegurada o en la amenaza de la destrucción total”. Por eso, la Santa Sede considera que la paz no puede «reducirse solamente a mantener un equilibrio de poder entre enemigos”.

Del mismo modo, quiso lanzar una pregunta al respecto: “¿No creen que los enormes recursos asignados a la producción, el mantenimiento, la seguridad y la modernización de las armas nucleares podrían invertirse mejor en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que podría garantizar mejor la paz y la seguridad para todos?”

Para concluir, el observador vaticano aseguró que “nadie podría decir que un mundo sin armas nucleares es fácilmente alcanzable. No lo es, es extremadamente arduo; es aún una utopía para algunos”. Pero –sentenció– no hay otra alternativa que trabajar para lograrlo.

(IDV)

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Staff Reporter

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