Hoy resulta especialmente necesaria y urgente la presencia de los cristianos con una actitud evangelizadora en medio de nuestra sociedad. La Iglesia existe para evangelizar. Todos los cristianos son Iglesia y deben evangelizar.
La Iglesia evangeliza siempre. Lo hace cuando celebra cada día el misterio eucarístico, administra los sacramentos y anuncia la palabra de Dios. Sin embargo, observamos un proceso progresivo de descristianización. Muchos hombres y mujeres de hoy no encuentran en la evangelización permanente de la Iglesia del Evangelio, es decir, una respuesta convincente a la pregunta: ¿Cómo vivir? Por ello, más allá de la evangelización permanente, hoy es muy necesaria una nueva modalidad de testimonio cristiano, que sea capaz de hacerse escuchar por el mundo de hoy. Todo el mundo tiene necesidad del Evangelio, que está hecho para todos.
Cabe preguntarse: ¿cuál es el campo de los laicos cristianos en la evangelización y en el testimonio cristiano? La primera respuesta es ésta: los laicos son Iglesia y participan de la única misión de la Iglesia tanto en el seno de la comunidad eclesial como en el mundo, tanto en el orden espiritual como en el temporal.
Pero, ¿cuál de los dos campos es el específico de los laicos cristianos? El Concilio Vaticano II dio una respuesta clara afirmando que «el carácter secular es el propio y peculiar de los laicos». Los laicos cristianos tienen como vocación propia buscar el reino de Dios ocupándose de las realidades de este mundo y ordenándolas según Dios. Viven en el mundo, en todas y cada una de las profesiones y en las condiciones ordinarias de la familia y de la sociedad, que forman el tejido de su existencia. Los laicos cristianos reúnen la doble condición de ser miembros de la Iglesia y de vivir plenamente insertados en medio del mundo.
El trabajo primero e inmediato de los laicos es la realización de todas las virtualidades cristianas, escondidas, ciertamente, pero ya presentes y operantes en las realidades del mundo. Así, el campo propio de la actividad de los laicos cristianos como tales es el mundo amplio y complejo de la política, de la realidad social, de la economía, así como el de la familia, de la educación, de la cultura, del ocio, etc. Su identidad cristiana consiste en estar en el mundo sin ser del mundo.
Si esta es la vocación específica de los laicos cristianos, podemos preguntarnos: ¿se tiene conciencia de esta vocación? Hoy se observa en todo el mundo que los laicos cristianos tienen la tentación de dedicarse excesivamente a los servicios intraeclesiales, dejando su tarea específica de presencia cristiana en medio del mundo. Esta constatación es preocupante y hay que tomar conciencia de ello. Jesús pidió en la santa cena al Padre por sus discípulos: «No te pido que los saques del mundo».