La instrucción pastoral “Iglesia, servidora de los pobres” es uno de los documentos más esperados de los últimos tiempos. Se trata del análisis, las reflexiones y las aportaciones de los obispos españoles ante la grave situación económica y social que atraviesa el país.
El texto ha sido aprobado durante la 105 Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE), celebrada en la semana del 20 de abril y clausurada el día 24 con la peregrinación de los prelados a Ávila. Tras más de un año intenso de trabajo, los 24 folios del documento han sido hechos públicos este lunes por la mañana en la Casa de la Iglesia de Madrid.
El encargado de presentar el texto ante los medios de comunicación ha sido el obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño y presidente de la Comisión de Pastoral Social de la CEE, Mons. Juan José Omella, acompañado por el director del Secretariado de dicha comisión, el sacerdote Fernando Fuentes, y el secretario general y portavoz de la CEE, Mons. José María Gil Tamayo.
En la instrucción pastoral, los obispos españoles se suman a la opción preferencial por los pobres preconizada por el papa Francisco en la Evangelii gaudium. Además, cargan contra la corrupción, la desigualdad creciente y las nuevas pobrezas.
“No se trata de imponer una doctrina sino de hacer una propuesta razonable y en positivo sabiendo que cada uno es libre de escucharnos o no”, ha afirmado Mons. Omella en la rueda de prensa. “La tarea más urgente es afrontar las raíces de la pobreza”, ha aseverado el prelado, y ha reclamado que “es necesario que los poderes públicos pongan en marcha soluciones de todo tipo”.
“Muchas personas viven sometidas a una economía sin rostro humano, con ansias desmedidas de dinero, sin consideración a las verdaderas necesidades de las personas. No podemos dejar todo en manos de los poderes económicos o de la banca. No se puede pensar que la actividad económica puede resolver todos los problemas sociales. Pedimos que toda la sociedad vaya trabajando en una sola dirección”, ha dicho el presidente de la Comisión de Pastoral Social de la CEE.
En este sentido, la gran propuesta que hace el documento es un “pacto social contra la pobreza”, en el que los cristianos tomen la iniciativa. Ya que, la instrucción pastoral viene motivada por el “grave sufrimiento que aflige a muchos en nuestro pueblo” debido a la pobreza y la exclusión social, “sufrimiento que ha afectado a las personas, a las familias y a la misma Iglesia” y que no se debe solo a factores económicos, sino que tiene “su raíz, también, en factores morales y sociales”, advierten los obispos españoles.
En su análisis de la actual situación social, dedican un apartado a la corrupción y recuerdan que se trata “de una grave deformación del sistema político”. “El enriquecimiento ilícito que supone constituye una seria afrenta para los que están sufriendo estrecheces derivadas de la crisis; esos abusos quiebran gravemente la solidaridad y siembran la desconfianza social”, apuntan los prelados, al tiempo que alertan que “la falta de energía en su erradicación puede abrir las puertas a indeseadas perturbaciones políticas y sociales”.
Frente a estos hechos, ofrecen la salida de “una profunda regeneración moral” de las instituciones, colocando en el centro del sistema a la persona y al “destino universal de los bienes”, así como la “solidaridad” y la “subsidiariedad”.
El texto recoge también una serie de reflexiones basadas en la Doctrina Social de la Iglesia con las que los obispos intentan “aportar motivos para el compromiso y la esperanza, y colaborar con nuestro grano de arena a la inclusión de los necesitados en la sociedad”.
“Quiera el Señor que nuestra palabra sirva de luz orientadora en el compromiso caritativo, social y político de los cristianos y que nuestro aliento acreciente en todos una solidaridad esperanzada”, señalan.
Por último, los prelados hacen una profunda autocrítica y piden “perdón por los momentos en que no hemos sabido responder con prontitud a los lamentos de los más necesitados”, y subrayan su intención de comprometerse, junto al Santo Padre, en la promoción de una sociedad de “liberadores de las pobrezas”.
