Francisco pide preservar el patrimonio frágil del diálogo con el islam

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En el discurso a los obispos de Benín, habla de la vitalidad de la Iglesia, la pastoral familiar y la atención a los sacerdotes y religiosos

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El santo padre Francisco ha llamado la atención sobre la importancia de promover el encuentro entre culturas así como el diálogo entre las religiones, sobre todo con el Islam, y hacerlo sin renunciar en nada a la verdad revelada por el Señor. Lo ha hecho durante la audiencia en la que ha recibido a los obispos de Benín, en Roma para la visita ad limina. De este modo, el Papa ha señalado que como es sabido, este país es un ejemplo de armonía entre las religiones presentes en su territorio. “Hay que prestar atención, dado el clima global actual, a preservar este patrimonio frágil”, ha asegurado el Pontífice en el discurso entregado a los prelados. Y se ha mostrado satisfecho de que recientemente se haya celebrado, bajo la presidencia del cardenal Tauran, un simposio internacional sobre el diálogo interreligioso, que ha sido apreciado por todos.

Otros temas afrontados en el discurso del Santo Padre a los obispos de Benín han sido la vitalidad de la Iglesia, la pastoral de la familia, la atención a los sacerdotes y religiosos y las relaciones con las autoridades civiles.

En el texto, el Papa elogia el dinamismo de la vida parroquial, la numerosa participación de los fieles en las ceremonias y el aumento de las vocaciones al sacerdocio, pero también advierte de que la fe que anima todas estas manifestaciones, si bien cada vez es más generalizada, pueda adolecer de superficialidad y carecer de fuerza. «Por eso es importante que el deseo de un conocimiento profundo del misterio cristiano no sea prerrogativa de una élite, sino que se difunda a todos los fieles, ya que todos están llamados a la santidad», pide el Pontífice.

Entre los desafíos de la Iglesia en Benin, está el de la familia al que el próximo Sínodo intentará dar respuesta. Por eso el Santo Padre agradece a los obispos sus oraciones por esa asamblea y la movilización de la que están dando prueba en sus diócesis para participar en una reflexión tan importante. «No puedo por menos que animaros en vuestra determinación de apoyar a las familias, tanto en su fe como en su vida diaria. Sé que la pastoral del matrimonio sigue siendo difícil, dada la situación concreta, social y cultural de vuestro pueblo”, reconoce. Pero no hay que desanimarse –asegura–, sino perseverar constantemente. Porque la familia, así como la defiende la Iglesia católica, es una realidad querida por Dios; es un don de Dios que aporta, a las personas y las sociedades, la alegría, la paz, la estabilidad, la felicidad. Es un reto importante porque la familia, por ser la unidad básica de la sociedad como de la Iglesia, es el lugar donde se transmiten los auténticos valores humanos y evangélicos.

Por otro lado, el Papa observa que si bien la crisis económica mundial está afectando a muchos países, es necesario ir con valentía a contracorriente, luchando contra la cultura del «descarte» extendida por todas partes y difundiendo los valores evangélicos de la hospitalidad y del encuentro. “El servicio de la caridad es una dimensión constitutiva de la misión de la Iglesia, y es una expresión de su esencia”, recuerda el Pontífice. Pero advierte que “no se trata nunca de una simple asistencia social, sino de la manifestación de la ternura y la misericordia de Jesús que se inclina sobre las lesiones y las debilidades de sus hermanos. Es así como se anuncia la alegría del Evangelio de la forma más eficaz a la humanidad”.

Francisco agradece además la generosa entrega de los sacerdotes de Benín al servicio del Evangelio y reitera que el gran número de vocaciones lleva a la Iglesia beninesa «a compartir generosamente sus recursos con otras regiones que carecen de iglesias”. No obstante, señala que cuando se envía a los presbíteros a estudiar fuera o en misión externa, “hay que hacerlo con discernimiento sin olvidar las necesidades de las propias iglesias”.

Finalmente, en el discurso habla de la buena relación de la Iglesia con las autoridades civiles del país. Por eso, invita a los prelados «a seguir ocupando el lugar que os corresponde en la vida pública del país, especialmente en estos tiempos” y a tener cuidado “de no entrar directamente en el juego político ni en las querellas de partido”. La guía de los asuntos públicos –concluye– compete a los laicos, a los que tenéis el importante deber de formar y alentar sin cesar.

(RLG) (IDV)

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ZENIT Staff

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