Es necesario llorar las muertes en el Mediterráneo. Las de esas personas que se embarcan ilegalmente y que solo “buscan la felicidad”, como dijo el Papa. Entretanto es necesario dar un paso más, buscar soluciones y evitar más muertes. Y la Comunidad San Egidio está empeñada en eso.
Su labor con los inmigrantes empezó hace más de 30 años, cuando comenzó el fenómeno de la migración. Una de las primeras iniciativas fue crear una escuela de idiomas, porque el idioma es una de las claves para la integración. En estos años han pasado por ahí más de 100 mil estudiantes, si bien el trabajo no se queda ahí. Centros de acogida, comedor, asistencia legal… todo lo necesario para devolver la dignidad a estas personas que huyendo de situaciones de vida dramáticas lo arriesgan todo buscando un futuro mejor.
La inmigración es un fenómeno complejo asegura a ZENIT, Daniela Pompei, responsable de inmigración de la Comunidad de San Egidio. “Hay que favorecer el encuentro para evitar los prejuicios, los miedos”, afirma.
Asimismo explica que Italia históricamente ha sido lugar de llegada de inmigrantes, y en estos dos últimos años han sido más numerosos. La procedencia vía marítima, durante el 2014, fue en primer lugar de Siria y en segundo lugar de Eritrea. Este año, en primer lugar están los eritreos y después África subsahariana, Somalia, Nigeria y también Siria, Guinea, Gambia…
Al respecto aclara que muchos de los sirios y los eritreos no buscan quedarse en Italia, sino ir a otros países europeos donde tienen parientes. La responsable de inmigración de San Egidio indica que “el año pasado en Italia desembarcaron 170 mil personas, en lo que va de 2015 han llegado 25 mil. Probablemente llegaremos al mismo número y quizá podríamos superarlo”. Asimismo observa que Italia es el mayor país de atracción: Grecia está en crisis y su situación es delicada, Malta es demasiado pequeña y España también recibe a muchos, pero no son tan numerosos. Actualmente en Italia en los centros de acogida hay 80 mil personas, por tanto son unos 90 mil quienes han transitado. Y especifica que “de los 42 mil sirios y 35 mil eritreos del año pasado, muy pocos se han quedado en Italia”.
Con estos datos se puede entender con facilidad que el fenómeno migratorio afecta a toda Europa, y que Italia no puede tomarse toda la responsabilidad. Daniela explica que “es un problema europeo y que no podemos enfrentar con leyes viejas un fenómeno totalmente diferente, nuevo”. Y es que “el aumento de las llegadas se debe principalmente a la violencia y a las guerras”, asegura. De este modo, afirma que debe considerarse un fenómeno europeo, no solo en el sentido de que “se tienen que hacer responsables”, sino también porque hay que “razonar de forma europea”. Y este — observa Daniela– es el miedo de Europa.
Las muertes en el mar no son dignas de un país y de una civilización y evitarlas es el objetivo, asegura la cooperadora de San Egidio. En cuatro meses, han muerto casi cuatro mil personas, “son demasiadas muertes” dijo. La tragedia del pasado 20 de abril en el mar Mediterráneo ha producido una sacudida a las conciencias de la sociedad y de los gobiernos europeos. No saben nadar, muchos de ellos nunca han visto el mar, sin embargo corren el riesgo. “Es un drama, es un drama”, lamenta.
Pero, y todos se preguntan, ¿cuál es la solución? Desde San Egidio, junto con la Federación de las Iglesias Evangélicas, quieren poner en marcha un proyecto autofinanciado de “Canales humanitarios”. Experimentar una modalidad de ingreso regular en Europa.
Conseguir que los inmigrantes lleguen de una forma legal “es posible aún con una legislación europea que no se quiere modificar”. Tal y como nos explica Daniela, las leyes europeas impiden llegar de forma regular, porque no permiten pedir asilo político fuera de las fronteras de Europa. Pero hay una posibilidad, explica. “En la regulación europea sobre los visados de ingreso, se da la libertad a cada país de dar visados por motivos humanitarios”, especifica Daniela.
Esto significa que cada país, en su autonomía, podría aceptar en su territorio un número determinado de personas que vengan de países de tránsito. Por tanto, los procedimientos deberían hacerse en un país de tránsito, como podría ser Marruecos, Etiopía o Líbano. Así, quienes tengan los requisitos podrían conseguir el visado por motivos humanitarios en la embajada del país europeo situada en el país de tránsito, y una vez en Europa podrían solicitar el asilo político.
De este modo, se establece una oficina en el país de tránsito donde se valoran las historias según los estándares fijados. Y allí se preparían dossieres para tramitar el visado por motivos humanitarios. La petición de asilo político se tramitaría ya en el país europeo.
Explicando esta posibilidad concreta, Daniela indica que la propuesta de San Egidio sería crear una agencia europea que tenga oficinas en países de tránsito donde sea posible también presentar la petición de asilo político. “No hay un acuerdo pleno pero creo que es necesario probar para ayudar a los países de la Unión Europea a superar el miedo”, observa.
Daniela insiste en que la inmigración es una materia comunitaria y que sería más conveniente sentarse y buscar una respuesta estructural, juntos. Por eso, San Egidio y la Federación de Iglesias Evangélicas quiere comenzar a experimentar una modalidad y poder después proponerla a otros países.
Finalmente, habla también de la importancia del esfuerzo que debe hacer Europa por la cooperación y la pacificación de estos países, a través de esfuerzos diplomáticos. La guerra está a las puertas de Europa, somos el confín más cercano. “Es necesario pacificar y es necesario un esfuerzo común. Las acciones de los países europeos deben ser complejas, que respondan a más problemáticas”, concluye Daniela.