El Primado de la Iglesia greco-católica ucraniana, el arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, ha subrayado que hoy es especialmente importante propugnar la reconciliación y la paz en el país. «Para nosotros, los modelos son Robert Schumann y Konrad Adenauer porque comenzaron el proceso de reconciliación después de la Segunda Guerra Mundial. Los presidentes vienen y van, pero las naciones permanecen»,ha señalado durante una visita a la sede internacional de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN). Por tanto –ha proseguido–, la reconciliación es un objetivo importante para los habitantes de Ucrania. Asimismo, ha advertido contra el odio y ha citado a un sacerdote que, en julio de 2014, fue secuestrado en Donetsk y fue liberado 12 días más tarde: «Tenemos que mejorar espiritualmente para que, cuando seamos liberados de una cárcel o de un conflicto reales, no terminemos nosotros mismos en la cárcel del odio».
En declaraciones recogidas por AIN, el Arzobispo Mayor ha calificado de ideal «una iglesia que sirve». En ocasiones –ha dicho–, le parece que «todo el mundo se ha transformado en un hospital de campaña»; la necesidad de consuelo y ayuda es inmensa. Así, es especialmente necesaria la atención de las personas traumatizadas, sobre todo niños, y seguir formando específicamente a los sacerdotes para que reconozcan trastornos por estrés postraumático para asesorar a esas personas.
El Primado de la Iglesia greco-católica ucraniana ha resaltado además la importancia de la cooperación con otras Iglesias, teniendo en cuenta la actual situación humanitaria. Como ejemplo ha mencionado que, cerca del monasterio ortodoxo ruso de Svetogorsk se han alojado más de cinco mil refugiados y la Iglesia católica ayuda a su abastecimiento. También ha indicado que Cáritas abrió recientemente cinco nuevas oficinas en Ucrania oriental, con lo que es la segunda organización humanitaria en tamaño en la región, después de la Cruz Roja.
Por último, el Arzobispo Mayor ha expresado su alegría por el hecho de que la Iglesia greco-católica en Ucrania va a celebrar junto con la Iglesia ortodoxa rusa el milenio del martirio de los santos Boris y Gleb. «Para los cristianos, es una oportunidad de celebrar juntos públicamente a los dos hermanos que imitaron la Pasión de Cristo y se negaron a levantar la espada contra el hermano. Para nosotros, es un símbolo para el futuro», ha concluido.