El gran trabajo de los marinos que solo se ve en las tragedias

En el mensaje para el Domingo del Mar, el Pontificio Consejo de Migrantes denuncia las duras condiciones de trabajo a bordo de los barcos y los esfuerzos y riesgos de los marinos para salvar a la gente en el mar

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La situación actual de guerra, violencia e inestabilidad política en diversos países ha creado un nuevo fenómeno que está afectando al sector de los transportes marítimos. Desde el año pasado, junto con las Guardias costeras y las fuerzas navales de Italia, Malta y la Unión Europea, los buques mercantes que transitan por el mar Mediterráneo participan activamente en lo que se ha convertido en “un rescate cotidiano de miles y miles de emigrantes, que buscan alcanzar sobre todo las costas italianas en todo tipo de embarcaciones abarrotadas e inapropiadas para la navegación”. Lo explica el Pontificio Consejo para la pastoral de los emigrantes e itinerantes, en su mensaje para el Domingo del Mar, que se celebra el 12 de julio, firmado por el presidente, el cardenal Antonio Maria Vegliò y por el secretario, Joseph Kalathiparambil.

Asimismo se advierte que “los marinos están profesionalmente cualificados para su trabajo y están capacitados para gestionar algunas situaciones de emergencia” pero “el rescate de cientos de hombres, mujeres y niños que intentan frenéticamente subir a bordo para estar seguros, es algo para lo que ningún curso de formación de la escuela marítima los ha preparado”. Ademas, este esfuerzo para salvar a tantas personas como sea posible y la visión de cuerpos sin vida flotando en el mar, “representan una experiencia traumática que deja a los miembros de la tripulación exhaustos y psicológicamente estresados, hasta el punto de necesitar un apoyo psicológico y espiritual específico”.

Por esta razón, en el Domingo del Mar, como Iglesia católica,” queremos expresar nuestra gratitud a los marinos en general, por su fundamental contribución al comercio internacional”.  Y en este año en particular quieren reconocer “el gran esfuerzo humanitario realizado por las tripulaciones de los buques mercantes que, sin dudarlo, y a veces con riesgo para sus vidas, se han implicado en numerosas operaciones de rescate, salvando las vidas de miles de emigrantes”.

Para concluir, se realiza un llamamiento a los gobiernos europeos y a los de proveniencia de los flujos migratorios, así como a las organizaciones internacionales para “que colaboren en la búsqueda de una solución política duradera y definitiva, que ponga fin a la inestabilidad existente en aquellos países”. Y  también solicitan que “se comprometan más recursos no sólo para misiones de búsqueda y rescate, sino también para prevenir la trata y la explotación de personas que huyen de condiciones de conflicto y pobreza”.

 

 

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ZENIT Staff

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