Cuatro bombas explotaron en Londres el jueves 7 de julio de 2005, dejando 56 muertos (entre ellos los cuatro terroristas sospechosos), 700 heridos, de los cuales 22 en estado grave y otros 330 fueron hospitalizados.
El papa Benedicto XVI al recibir poco después la noticia de los atentados en Londres,se recogió en oración en su capilla privada y envió un mensaje de cercanía a las víctimas de estos «bárbaros actos contra la humanidad».
«Profundamente apenado por las noticias de los ataques terroristas en el centro de Londres, el Santo Padre ofrece fervientes oraciones por las víctimas y por quienes lloran por ellas», afirma el telegrama enviado al cardenal Cormac Murphy O’Connor, arzobispo de Westminster.
Las explosiones que iniciaron a las 8,50 de la mañana en el metro de Londres y paralizaron el sistema de transporte público en plena hora de punta. Una cuarta explosión se registró a las 9:47 de la mañana en la Plaza Tavistock
Las explosiones se sucedieron cada 50 segundos y fueron: la primera en la subsuperficie Circle Line; segunda en el tren de la sub-superficie Circle Line número 216 en la estación Edgware Road y la tercera en el tren número 311 de la línea de nivel profundo Picadilly Line que se dirigía hacia el sur, entre King’s Cross St Pancras y Russell Square.
Fueron los actos de terrorismo más sangrientos en el Reino Unido desde la muerte de 270 personas en el atentado de Lockerbie (Escocia) en 1988, y los más graves en Londres desde la Segunda Guerra Mundial.
El 21 de julio de 2005, se registró una segunda serie de cuatro explosiones en el metro de Londres y en un autobús. Debido al mal funcionamiento sólo los detonadores de las bombas explotaron y no se produjeron víctimas mortales.