Chiquitunga, venerable paraguaya

Durante el viaje del Santo Padre a Paraguay miles de fieles pedían la beatificación de esta carmelita 

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María Felicia Guggiari, conocida como Chiquitunga, nació en Villarrica, Paraguay, el 12 de enero de 1925 y murió el 28 de abril de 1959, a los 34 años. Fue religiosa de la orden de las Carmelitas Descalzas, aunque inicialmente fue salesiana.

Al finalizar la misa que el Santo Padre celebró en Caacupé, monseñor Catalino Claudio Giménez Medina, obispo de esta localidad, en el saludo que dirigió a Francisco, se preguntó si tendrían “alguna vez la dicha de que una paraguaya, carmelita descalza” sea puesta en el santoral.

El 13 de diciembre de 1997 se inició su proceso de beatificación y el viaje del Santo Padre a Paraguay ha sido una ocasión para que los fieles clamaran su nombre y mostraran las gracias que derrama en este pueblo. 

El proceso de beatificación de María Felicia Guggiari se inició el 13 de diciembre de 1997. En el año 2010 el papa Benedicto XVI reconoció las “virtudes heroicas” de la religiosa.

El arzobispo de Asunción, Edmundo Valenzuela, en una entrevista con ABC Color, explicó cuál es el argumento usado para que Chiquitunga sea declarada beata.

“Había nacido un niño ya muerto en un muy precario centro de salud que no tenía nada, ni oxígeno ni nada para revivirlo. Había una persona que tenía la estampa de la Chiquitunga y comenzaron a invocarla: “¡Por favor, por tu intercesión, haz que este niño no muera, que viva!” Así insistieron. La enfermera, sorprendida por la fe de la gente, comenzó también a rezar.

Después de un cierto tiempo el niño dio signos de vida. Recobró la respiración. Esto puede suceder en cualquier hospital donde hay oxígeno, doctores, atención, pero es imposible en el campo, en una situación de precariedad absoluta, donde solamente cuenta la experiencia de la partera.

Bueno, este caso está siendo estudiando por los científicos de Roma. Es difícil porque los médicos dicen que hay muchos casos semejantes de chicos que nacieron semimuertos pero que poniéndoles oxígeno revivieron. Pero ahí no había nada. Había solo pobreza y miseria pero mucha fe y mucha confianza en la Chiquitunga. Se documentó todo este caso y a través de monseñor Pastor Cuquejo, de las Carmelitas y los padres carmelitas se llevó a Roma para que se decida”.

Chiquitunga nació el 12 de enero de 1925. A los 16 años comenzó a participar en Acción Católica. Sirvió a Dios con los niños en la catequesis, en los jóvenes trabajadores o universitarios con sus problemas, en los pobres, enfermos y ancianos en sus necesidades materiales y espirituales. Trabajó primero en Villarica y luego en Asunción. Sobre aquellos tiempos de apostolado escribió: “En todos los trabajos que estoy realizando trato de poner el sello de nuestro espíritu cristiano, porque quiero que todo se sature de Cristo y donde quiera que sea pueda dejar un rayito de luz”. “No sabría explicarle la ansiedad, el deseo intenso de trabajar exclusivamente, entregada en cuerpo y alma por causa de Cristo, al apostolado; sed, verdaderamente sed, tengo de una inmolación más efectiva”.

 El 2 de febrero de 1955, a los 30 años tomó los votos de las Carmelitas Descalzas de Asunción.

La hepatitis infecciosa que ya había provocado la muerte a una de sus hermanas, la obligó a internarse en un sanatorio en enero de 1959. Murió el 28 de marzo de ese mismo año, domingo de Pascua. Durante su agonía,  pidió a la Madre priora y a otras dos Madres allí presentes que le leyeran el «Muero porque no muero» de Santa Teresa de Jesús. Y exclamó: Papito querido, ¡qué feliz soy! ¡Que grande es la Religión Católica! ¡Que dicha el encuentro con mi Jesús! ¡Soy muy feliz! Jesús te amo. ¡Que dulce encuentro! ¡Virgen María!

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ZENIT Staff

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