El Sínodo: "Nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia"

Hace un llamamiento a la comunidad internacional para que deje los intereses particulares y busque soluciones por la vía diplomática y el diálogo

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Los padres sinodales, junto con los Delegados Fraternos, los Auditores y Auditoras participantes en la XIV Asamblea General del Sínodo de los Obispos, reunidos en torno al Santo Padre Francisco, han enviado un mensaje a todas las familias de Oriente Medio. 

En el último día del Sínodo han querido dar unas palabras de aliento y un llamamiento a la comunidad internacional ya que desde hace años, a causa de los sangrientos conflictos en curso, las familias de esta región «son víctimas de atrocidades indecibles». 

Precisan además que «sus condiciones de vida han empeorado en los últimos meses y semanas». 

La paz en Oriente Medio –afirman en el mensaje– no se busca con opciones impuestas por la fuerza, sino con decisiones políticas que respeten las particularidades culturales y religiosas de cada nación y de las diversas realidades que las componen.

Por ello se muestran agradecidos de una manera particular, a Jordania, Líbano, Turquía y a los numerosos países europeos que dan acogida a los refugiados.

De este modo, se realiza un nuevo llamamiento a la Comunidad Internacional para que, dejando de lado los intereses particulares, recurra en la búsqueda de soluciones a los instrumentos de la diplomacia, del diálogo, del derecho internacional.

El mensaje condena que «el uso de armas de destrucción masiva, los asesinatos indiscriminados, las decapitaciones, los secuestros de seres humanos, la trata de mujeres, el enrolamiento de niños soldados, la persecución por motivos de religión y de origen étnico, la devastación de los lugares de culto, la destrucción del patrimonio cultural y un sin número de otras atrocidades han obligado a miles de familias a abandonar sus hogares y a buscar refugio en otro lugar, a menudo en condiciones extremadamente precarias».

Actualmente –indican– se les impide regresar y ejercer su derecho a vivir con dignidad y seguridad en su propio territorio, contribuyendo a la reconstrucción y el bienestar material y espiritual de sus respectivos países.

Por otro lado, aseguran que en este contexto «se violan continuamente los principios fundamentales de la dignidad humana y de la convivencia pacífica y armónica entre las personas y los pueblos, los derechos más elementales, como el derecho a la vida y a la libertad religiosa y el derecho humanitario internacional».

Por todo ello, expresan su «cercanía a los patriarcas, obispos, sacerdotes, a los consagrados y fieles, así como a todos los habitantes de Oriente Medio» a quienes «manifestamos nuesta solidaridad y garantizamos nuestra oración. Pensamos en todas las personas secuestradas y pedimos su liberación».

Y unen sus voces al grito de tantos inocentes exclamando «¡No más violencia, no más terrorismo, no más destrucción, no más persecución! ¡Cesen inmediatamente las hostilidades y el tráfico de armas!».

El Sínodo exhorta a comprender el dolor del otro. «Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia. Trabajemos juntos por la justicia y por la paz», prosigue el mensaje. 

Por otro lado, precisan que «la paz es posible y es posible detener la violencia que en Siria, en Irak, en Jerusalén y en toda Tierra Santa, sacude cada día a más familias y a civiles inocentes y agrava la crisis humanitaria. La reconciliación es el fruto de la fraternidad, la justicia, el respeto y el perdón». Nuestro único deseo –aseguran– es que se pueda vivir en paz. «Que judíos, cristianos y musulmanes redescubran uno de los deseos divinos, el de la unidad y la armonía de la familia humana. Que judíos, cristianos y musulmanes descubran en el otro creyente a un hermano que se ha de respetar y amar, en primer lugar para dar en sus tierras el hermoso testimonio de la serenidad y la convivencia entre los hijos de Abraham», pide el Sínodo de los Obispos. 

Para finalizar, añaden que estos pensamientos y oraciones se extienden, con la misma preocupación, solicitud y amor, «a todas las familias afectadas por situaciones parecidas en otras partes del mundo, especialmente en África y en Ucrania.» Para ellas piden con fuerza «el regreso a una vida digna y tranquila.»

Encomendamos a la Sagrada Familia de Jesús, María y José, experta en sufrimiento, nuestras intenciones, para que el mundo se vuelva pronto una familia de hermanos y hermanas».

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ZENIT Staff

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