Un grupo de terroristas de Boko Haram han provocado la muerte de al menos 50 personas mediante una serie de atentados suicidas en las ciudades de Yola y Kano, en Nigeria. La primera deflagración tuvo lugar el martes en un estacionamiento contiguo a una mezquita y un mercado de frutas, y se saldó con 34 víctimas mortales y 80 heridos, la mayoría mujeres y niños. Además, la urbe más importante del norte del país, sufrió horas después dos explosiones simultáneas llevadas a cabo por mujeres kamikazes. Dos yihadistas, de unos 11 y 18 años, se inmolaron en medio de un mercado de telefonía móvil y alcanzaron a quince personas que fallecieron en el acto. Más de 50 resultaron heridas, según ha informado este miércoles la policía local.
Boko Haram recurre con frecuencia a mujeres kamikazes, llegando a enviar a la muerte incluso a niñas. Hasta la fecha, la más joven tenía solo 7 años. En estos casos, los jefes suelen tener el control de la carga explosiva que transportan las pequeñas, activándola a distancia mediante teléfonos móviles.
Esta banda radical es la más mortífera del mundo, según el Global Terrorism Index, que le atribuye la pérdida de 6.644 vidas a lo largo del pasado año, frente a las 6.073 jóvenes al autodenominado Estado Islámico (Daesh, por su acrónimo en árabe), organización a la que los extremistas nigerianos han jurado lealtad.
La alianza entre Daesh y Boko Haram era algo esperado, desde el momento en que diversos grupos yihadistas han ido manifestando su fidelidad al autoproclamado Califato de Abu Bakr al-Bagdadi desde Egipto, Libia o Pakistán en los últimos meses.
Las citadas acciones de los fundamentalistas islámicos se producen tan solo unos días después de que el presidente Muhammadu Buhari anunciara que la lucha contra la insurgencia conseguiría una victoria definitiva en el plazo de un mes.
La reciente contraofensiva del gobierno de Abuja le ha arrebatado a la formación extremista nigeriana el territorio conquistado el pasado año, pero Boko Haram ha respondido con una sucesión de ataques urbanos e incursiones en aldeas que ya han causado más de dos mil bajas a lo largo de 2015. La insurrección yihadista, iniciada en 2009, también ha impulsado el éxodo de decenas de miles de personas del noreste de Nigeria.