“Incluso los rebeldes del LRA se detienen ante el nombre del Papa Francisco. Cuando un seminarista de la parroquia de San Andrés ha dicho a los rebeldes ugandeses que el coche y el ordenador eran un regalo del Papa, no los han tocado”, afirma a la agencia Fides monseñor Juan José Aguirre Muñoz, obispo de Bangassou. En esta diócesis se encuentra la parroquia de San Andrés de Bakouma, en el sureste de la República Centroafricana. El pasado 21 de enero fue atacada por un grupo de rebeldes del LRA (Ejército de Resistencia del Señor), una formación de origen ugandés que desde hace años siembra el terror en esta zona de Centroáfrica.
“Los asaltantes eran una docena, en su mayoría ugandeses, que hablaban en swahili y en inglés, tanto es así que necesitaban un intérprete. Golpearon al seminarista presente y a las hermanas de una orden mexicana que prestan su servicio en la parroquia”, ha contado el obispo español a Fides. Y añade: “permanecieron en la parroquia y en la casa de las religiosas aproximadamente 2 ó 3 horas y luego se marcharon sin saquear la aldea. Se han llevado radios, dinero, alimentos, medicinas e incluso ropa interior, y han destruido algunas puertas y muebles. Ya he enviado carpinteros para arreglar todo”.
Tal y como se recuerda, en Bakouma no están presentes ni los militares, ni la Minusca (Misión de la ONU en África Central), ni tampoco las fuerzas especiales ugandesas y estadounidenses enviadas a la zona para detener al LRA. De este modo, monseñor Aguirre explica que “la Minusca ha enviado una misión para investigar lo ocurrido. Incluso los estadounidenses que están en Obo, han enviado un helicóptero patrulla. Aun así nos ha dado la impresión de que tanto el ejército ugandés como los estadounidenses sabían que nuestra parroquia iba a ser atacada”. El prelado concluye observando que “en cualquier caso, la vida de la parroquia continúa, las hermanas se han mantenido en su lugar como verdaderas columnas de fe y de la misión”.
El Pontífice visitó la República Centroafricana del 29 al 30 del pasado mes de noviembre. Era la última etapa de un viaje que le llevó también a Kenia y Uganda. El viaje a este país, periferia africana, estuvo marcado por la apertura de la Puerta Santa de la catedral de Bangui, como un anticipo del Año Jubilar de la Misericordia.
Antes del rito de la apertura, el santo padre Francisco aseguró, provocando una gran emoción que, en ese momento, Bangui se convertía en capital espiritual del mundo. Y señaló que el Año Santo de la Misericordia llegaba con antelación a esta tierra, “una tierra que sufre desde hace años la guerra, el odio, la incomprensión, la falta de paz. En esta tierra sufriente también están todos los países del mundo que están pasando por la cruz de la guerra”. Bangui –insistió– se convierte en la capital espiritual de la oración por la misericordia del Padre. Todos nosotros pedimos paz, misericordia, reconciliación, perdón, amor. Por Bangui, por toda la República Centroafricana y por todos los países del mundo que sufren la guerra, pedimos la paz.