El circo produce belleza que hace bien al alma, porque la belleza aproxima a Dios. Lo dijo el papa Francisco después que varios artistas animaron durante algunos minutos la audiencia de este miércoles en la plaza de San Pedro.
“Saludo a los artistas y profesionales del circo –dijo el Santo Padre improvisando– y les agradezco por su bonita exhibición. Ustedes son autores de belleza, hacen belleza y la belleza hace bien al alma, la belleza nos acerca a Dios”. Además reconoció que “¡detrás de este espectáculo tan bello cuántas horas de entrenamiento existen. Sigan adelante, y gracias!”. Poco después el Papa saludó personalmente a varios de los artista que realizaron esos pocos minutos de espectáculo.
La Iglesia se ocupa del apostolado con los artistas circenses a través del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, que en varias ocasiones expresó su “reconocimiento a todas las personas comprometidas en el mundo del espectáculo itinerante, como los artistas, los trabajadores y el personal de seguridad”, como lo hizo en la Jornada convocada por la Fédération Mondiale du Cirque bajo el patrocinio de la princesa Estefanía de Mónaco, en abril de 2011, y el en el 2013 con un mensaje motivo de la IV Jornada Mundial del Circo.
Bajo el pontificado de Benedicto XVI, el 1 de diciembre de 2012 recibió en el Aula Pablo VI a unos 6 mil artistas de calle y de circo, durante Año de la Fe. Allí aseguró que «la distracción de los espectáculos, la alegría recreativa del juego, la gracia de las coreografías y el ritmo de la música constituyen una vía inmediata de comunicación para dialogar con pequeños y grandes, y suscitan sentimientos de serenidad, de alegría, de concordia».
Juan Pablo II también se ocupó de ellos en diversas ocasiones, como el 16 de diciembre de 2004 cuando afirmó que los profesionales del circo y de los parques de atracciones o ferias gozan con su trabajo de una «ocasión privilegiada para anunciar valores auténticamente humanos» en todo el mundo.