El islam está en expansión numérica y es omnipresente en los medios de comunicación. Sin embargo, está en ebullición, en un profundo debate interior, sobre cómo deben vivir los individuos y las sociedades mayoritariamente musulmanas en el siglo XXI: una batalla ideológica en la que se mezclan una infinidad de componentes políticos, sociales y económicos.
En el cuaderno publicado por el centro de estudios Cristianisme i Justícia, titulado “Islam. La media luna… creciente”, el jesuita y doctor en Estudios Islámicos Jaume Flaquer ayuda a conocer las diversas corrientes del islam actual y uno de sus puntos de desacuerdo: la posibilidad o no de reinterpretar jurídicamente la ley islámica, de acuerdo con el tiempo presente. “La cuestión principal”, explica el autor, “es qué hay que hacer hoy con la ley islámica en contextos de sociedades cada vez más plurales e interrelacionadas por la globalización”.
El jesuita asegura en el texto que “el debate es principalmente intraislámico”. “Las fallidas primaveras árabes –observa– arrancaron cuando estas sociedades dejaron de proyectar todas las culpas de su situación de subdesarrollo a la época colonial y a la injerencia de EEUU”. “Sin poder negar su parte de culpa, el mundo árabe se preguntó: ¿Y si la situación en la que vivimos está causada principalmente por un problema nuestro? ¿Y si los primeros responsables son nuestros propios dirigentes?”, prosigue. “Las sociedades en regímenes dictatoriales –enfatiza– suelen caer en aquella enfermedad psicológica que consiste en proyectar hacia afuera las propias carencias y dificultades”. “El islam solo podrá reformarse en la medida en que empiece reconociendo que tiene, él, un problema al que ha de dar solución”, apunta el estudioso.
“Los códigos que interpretan jurídicamente la ley islámica tienen su origen en los siglos IX y X. Y mientras el reformismo islámico clama reabrir la interpretación jurídica para volver al Corán y elaborar una legislación adaptada al tiempo actual y compatible con los derechos humanos, la corriente fundamentalista considera que Muhammad aportó la última ley definitiva y niega autoridad al hombre para adaptarla”, señala la Compañía de Jesús en un comunicado.
“En esta corriente se sitúa el salafismo, que interpreta negativamente cualquier evolución del islam y pretende islamizar a los musulmanes que considera desviados, laxos o pecadores. Si bien no hay que confundir salafismo con terrorismo, parte de los salafistas legitiman la violencia para conseguir sus objetivos”, añade.
Por este motivo, Flaquer afirma que “contrariamente a lo que podemos pensar, el islam no está en guerra contra Occidente” sino que se encuentra en una “verdadera guerra civil ideológica”. Ante esta realidad y los conflictos que hay actualmente en Oriente Próximo, resulta evidente que “la intervención militar por sí sola no resolverá el problema a largo plazo” y se hace imprescindible incidir en las causas religiosas del conflicto.
En cuanto al papel de Europa, “los atentados terroristas tienen como objetivo la estigmatización de los musulmanes, conseguir que Europa los considere un peligro y restrinja la libertad religiosa, para obligarlos a posicionarse a favor de Europa o a favor del islam”. Por este motivo, el autor pide “políticos inteligentes y ciudadanos sensatos para no seguir el juego de estas dicotomías”.
El doctor en Estudios Islámicos también indica como una de las asignaturas pendientes más importantes, el estudio riguroso de los inicios del islam y la historia de la composición del Corán, utilizando todos los métodos modernos de los que se disponen desde el siglo XIX. “Progresar en el conocimiento”, considera, “ayudará a desmontar las bases de los salafismos”.