(ZENIT – México).- Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor de Humanidades Clásicas en el Centro de Noviciado y Humanidades y Ciencias de la Legión de Cristo en Monterrey (México).
Idea principal: las Bienaventuranzas son el retrato del cristiano y seguidor de Cristo.
Resumen del mensaje: a estos colaboradores que llamó el domingo pasado y a cuantos quieran libremente seguirle y amarle les deja las bienaventuranzas, como carnet de identidad y mapa de ruta (evangelio). Estas huellas digitales para muchos de este mundo son un escándalo y quienes lleven este carnet serán tachados de necios y despreciables (segunda lectura).
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, Jesús deja bien claro a quienes desean seguirle y acompañarle en su misión universal salvadora (domingo pasado) cómo deben ser, a ejemplo de Él, grabando en sus frentes la palabra: “bienaventurados”. Pobres, porque eligieron ser pobres para poner su confianza plena en Dios, la verdadera riqueza inmarcesible. Sufridos, perseguidos, calumniados e insultados por causa de Jesús, pues estos justos siempre son incómodos para la sociedad. Hambrientos y sedientos de la voluntad de Dios y no de los platos de este mundo: éxito, ambiciones y placeres. Misericordiosos, que saben ser portadores del amor y ternura de Dios, como tantas veces ama decir el papa Francisco. Los humildes, que ponen a Dios en primer lugar. Puros, que tienen el corazón libre de trampas, de cálculos y dobles intenciones; corazón transparente, sincero, no hipócrita. Mansos y pacificadores, que no reaccionan con ira, sino con bondad creando paz a su alrededor y no aprueban ninguna clase de carrera de armamentos ni de violencia agresiva, física, psicológica ni afectiva.
En segundo lugar, el mundo de hoy propone otro tipo de carnet, totalmente contrario al programa de Cristo. La bienaventuranzas de este mundo están en las antípodas de las de Cristo. Este mundo, todavía no convertido a Cristo, llama felices a los ricos, a costa de los pobres; a los violentos que conquistan a cualquier precio todo terruño para engrandecerse. El mundo aplaude a los que tienen éxito, aunque tengan que mentir; a los vengativos sin piedad; no a los que lloran, sino a los que carcajean riéndose de los que viven las virtudes y valores más elementales como la honestidad, la honradez y la pureza; el mundo los llama mojigatos, tontos y atrasados. Pero Cristo los llama felices.
Finalmente, ¿cuál preferimos: las bienaventuranzas de Cristo o las del mundo? Si las de Cristo, entonces preparemos nuestras espaldas porque la cruz será pesada aquí en vida, pero con la alegría en el corazón. Si optamos por las del mundo, entonces, “ancha es Castilla”, “comamos, bebamos, banqueteemos” que la vida es breve, y saquemos el jugo a todas las “delicatessen” que se nos sirven desde los escaparates de este mundo.
Para reflexionar: las puertas del gran comercio del cielo sólo se abrirán a los que siguieron y vivieron las bienaventuranzas de Jesús (primera lectura y evangelio). Tú, decide.
Para rezar: dame valentía para vivir las bienaventuranzas, aunque se rían de mí.
Cualquier sugerencia o pregunta, puede escribirme a este email: arivero@legionaries.org
Robert Cheaib - www.flickr.com/photos/theologhia
Comentario a la liturgia dominical
Ciclo A
Textos: Sofonías 2, 3; 3, 12-13; 1 Corintios 1, 26-31; Mateo 5, 1-12.