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Deporte y persona: Nuevo documento 'Dar lo mejor de uno mismo'

Documento del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida

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(ZENIT – 1 junio 2018).- La Iglesia quiere elevar su voz al servicio del deporte. Este es el objetivo de la publicación del documento » ‘Dar lo mejor de uno mismo’. Sobre perspectiva cristiana del deporte y de la persona humana», del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
Esta mañana, se ha presentado el texto, a las 11 horas, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, con la intervención del cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida; Antonella Stelitano, investigadora, miembro de la Sociedad Italiana de Historia del Deporte; Patrick Kelly, Profesor Asociado de Teología, Universidad de Seattle, Estados Unidos; y Santiago Pérez de Camino, Responsable de la Oficina Iglesia y Deporte del Dicasterio.
“El deporte es la alegría de vivir, de jugar, de divertirse –se indica en el documento– y, como tal, debe ser valorado y quizás redimido, hoy, por los excesos del tecnicismo y el profesionalismo a cualquier precio, a través de la recuperación de su gratuidad, su capacidad de estrechar los lazos de amistad, fomentar el diálogo y la apertura de uno hacia el otro, como una expresión de la riqueza del ser, mucho más válida y apreciable que el tener, y por lo tanto muy por encima de las duras leyes de producción y consumo y cualquier otra consideración puramente utilitaria y hedonista de la vida”.
La Iglesia se siente corresponsable del deporte y de la salvaguardia de las situaciones que lo amenazan todos los días, en particular del engaño, las manipulaciones y el abuso comercial, se advierte también en el texto.
El centro, en el ser humano
La atención al deporte no es algo nuevo para la Iglesia, que siempre ha manifestado un interés especial por todas las actividades cuyo centro es la persona. En este sentido, el título del documento revela la esencia y la razón del interés y del compromiso de la Iglesia con el deporte. 
En el centro está, en efecto, el ser humano, en su unicidad hecha de cuerpo y espíritu; está la necesidad de que todas sus actividades, incluida la deportiva, estén acompañadas por un bagaje de virtudes y buenas cualidades que le permitan elevarse y no caer nunca en los peligros que pueden acechar cualquier actividad humana. 
El primer concepto mencionado no es por casualidad el de «hacerlo lo mejor posible» que el Papa Francisco ha citado repetidamente en muchos de sus discursos, invitando sobre todo a los jóvenes a «no conformarse con un empate» en la vida. 
Valor del esfuerzo
El deporte se asienta en este valor del esfuerzo, del sacrificio, en la idea de superar el propio límite trabajando duro, sin trampas, persiguiendo la victoria – pero no a toda costa – y, al mismo tiempo, aprendiendo a gestionar la derrota sin dejarse abatir. 
Las cinco secciones que componen el documento no pretenden abarcar todas las variadas facetas de la actividad deportiva, sino brindar una perspectiva cristiana del deporte, dirigiéndose a quien lo practica, a quien asiste como espectador, a quien lo vive como técnico, árbitro, entrenador, a las familias, a los sacerdotes y a las parroquias. 
El primer capítulo explica las razones del interés de la Iglesia por el deporte y la necesidad de una pastoral deportiva, recordando que esta relación se apoya en tres pilares: el esfuerzo físico necesario para que el atleta pueda expresarse, las cualidades morales que deben sostener su esfuerzo, el deseo de paz, fraternidad y solidaridad que el deporte debe contribuir a difundir. 
El deporte para la persona
En el segundo capítulo, el documento traza las líneas principales del fenómeno deportivo y su contextualización en la sociedad contemporánea: el deporte como una especie de constante antropológica y como un fenómeno universal compatible con casi todas las culturas. 
En el tercer capítulo se profundiza el tema del significado del deporte para la persona. Se parte de consideraciones sobre temas ya conocidos en el debate católico sobre el deporte (cuerpo-alma-espíritu) para ampliar la perspectiva del análisis a algunas cualidades inherentes al deporte; sentimientos que forman parte del ADN de los deportes y que a menudo se olvidan: el espíritu de sacrificio, el sentido de la responsabilidad, el respeto de las reglas, la capacidad de trabajar en equipo, la alegría, el valor, la solidaridad, la armonía. 
Retos
El cuarto capítulo está dedicado a los retos abiertos, al deseo de contribuir a través del deporte a la promoción de valores auténticos, que puedan proporcionar a cada deportista un patrimonio para superar los muchos peligros con los que a menudo se enfrenta el deporte moderno como el dopaje, la corrupción y la hinchada violenta. 
El quinto y último capítulo está dedicado al papel de la Iglesia como protagonista en este camino de humanización a través del deporte. En casa, en la familia, en la escuela, en el gimnasio, en la parroquia: son tantos los lugares donde se manifiesta una pastoral del deporte que quiere desarrollar en cada sujeto, practicante o espectador, ese bagaje de buenas cualidades y virtudes que caracterizan a un buen deportista, a un buen ciudadano y a un buen cristiano. 
Leer el documento completo

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ZENIT Staff

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