(ZENIT – 26 sept. 2018).- El Santo Padre Francisco ha compartido con los visitantes y peregrinos presentes en la audiencia general, celebrada esta mañana en la plaza de San Pedro, sus impresiones sobre el 25º viaje apostólico, a Lituania, Letonia y Estonia, del que regresó anoche, 25 de septiembre de 2018.
Con gesto de cansancio, pero satisfecho de la experiencia vivida en los Países Bálticos, el Papa ha asegurado que a estas tres Naciones las une una «fuerte devoción mariana». Por ello, en las tres celebraciones eucarísticas, el santo Pueblo fiel de Dios que peregrina en esas tierras, ha renovado con María su «sí» a Jesucristo, suplicando a la Madre de Dios que continúe protegiendo y acompañando a sus hijos en estos momentos de su historia.
Darle sentido a la vida
Este 25º viaje apostólico internacional del Pontífice argentino se ha celebrado con motivo del centenario de su independencia. Estos países, llamados Bálticos, son pueblos que bajo el yugo nacista y también soviético, «sufrieron mucho», ha señalado el Papa.
Ahora que gozan de libertad, «mi misión fue anunciarles nuevamente la alegría del Evangelio y la revolución de la misericordia y de la ternura, porque para darle sentido y plenitud a la vida, además de la libertad, es indispensable el amor que viene de Dios».
Carácter ecuménico
Durante este viaje, con marcado carácter ecuménico, el Santo Padre se encontró con muchas personas ha relatado. En Vilna, «les recordé a los jóvenes la importancia del diálogo entre las generaciones», y en Riga, «les subrayé a los ancianos la estrecha relación que existe entre la paciencia y la esperanza».
También a los sacerdotes, consagrados y seminaristas, les manifesté que es «indispensable» estar centrados en Dios y arraigados en su amor, «manteniendo viva la memoria de los mártires», para seguir su ejemplo y ser testigos de esperanza, ha indicado Francisco.
Asimismo, recordó que tuvo la oportunidad para honrar a las víctimas del genocidio judío en Lituania.