(ZENIT – 25 enero 2019).- El Papa Francisco ha administrado el sacramento del Perdón a 5 jóvenes del Centro de Cumplimiento Las Garzas, de Pacora, y otros 7 se han acercado a recibir la Reconciliación con otros sacerdotes, en la liturgia penitencial celebrada el viernes, 25 de enero de 2019, en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
El acercamiento del Papa a las realidades de dolor y sufrimiento, y en concreto, el querer estar cerca de los jóvenes que por un motivo u otro, no han podido participar en los actos centrales de la JMJ 2019 en Panamá, han sido características esenciales en esta 15ª encuentro mundial de los jóvenes católicos.
«Es la primera vez que un acto de liturgia penitencial de una Jornada Mundial de la Juventud se realiza en un centro de detención, y por tratarse de un centro de esta naturaleza, correspondió solo a los internos, sea la preparación, así como el desempeño de todos los ministerios de la liturgia, como el canto, los lectores y las invocaciones», ha puntualizado Paolo Ruffini, Prefecto del Dicasterio de Comunicación del Vaticano.
Libertad
La ceremonia penitencial, en la que han participado 180 jóvenes infractores, del Centro de Las Garzas y de otros, ha tenido lugar en la capilla del recinto.
Uno de los chicos ha querido dar su testimonio al Santo Padre, agradeciéndole su cercanía: «Le agradezco que como servidor de nuestro Señor Jesús se tome el tiempo de escuchar a un joven privado de libertad como yo. No hay palabras para describir la libertad que siento en este momento», palabras que han emocionado al Papa.
A continuación, se ha leído el Evangelio y el Papa ha pronunciado unas esperanzadoras palabras a los chicos, cara a cara y de manera muy familiar, cercana y directa.
Aquí reproducimos las palabras del joven panameño:
Testimonio del joven de Pacora
Bienvenido al Centro de Cumplimiento de las Garzas de Pacora. Mi nombre es Luis Oscar Martínez y tengo 21 años de edad.
Mi vida ha sido difícil: al cumplir un año de edad, mi padre abandonó a mi madre. Ella siguió la batalla de la vida, no solo conmigo, sino con mi hermana y mi hermano.
Cuando iba creciendo sentía que me faltaba algo, que había un vacío dentro de mí. Hoy sé que ese algo que faltaba era la voz de un papá que me guiara con amor.
En el 2015 Dios tocó mi corazón y tomé la decisión de aceptar a Cristo como mi Señor y Salvador. Ese día volví a tener papá.
Pero tiempo después tropecé, y cometí un delito. No imaginé que tendría consecuencias graves como perder a parte de mi familia, mis estudios y estar en un lugar como este.
Causé un daño muy profundo a un ser querido y a mí. Cuando me detuvieron en abril del 2016, creí que todo había acabado. Al principio fue duro convivir con otras personas privadas de libertad, pero cuando me trasladaron al Centro de Cumplimiento de Pacora, meditando una noche algo me dijo que no todo ha terminado porque mi propósito es grande. En ese momento comprendí que mi Padre Dios estaba conmigo, y que si estoy en este momento hablando con usted es por gracia y amor de parte de Dios, mi Cristo amado. Me siento agradecido, porque puso aquellas personas en mi caminar para ayudarme a poder culminar mis estudios secundarios y lograr ese cambio en mi vida. Lo que espero, o cómo me veo en un futuro, es siendo un Chef internacional y un técnico en refrigeración especializada. Espero darle esa alegría a mi madre y estar en comunión con aquella parte de mi familia que perdí.
También quisiera darle las gracias a usted. Le agradezco que como servidor de nuestro Señor Jesús se tome el tiempo de escuchar a un joven privado de libertad como yo. No hay palabras para describir la libertad que siento en este momento.
Gracias por eso.